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Actualizado: 29 de junio de 2025


lo sueltas seco, sin achicarte ni engrandecerte; que ella, aunque se le un ochavo, siempre da las gracias con la misma boquita de merengue. Vaya... Mentira me parece que he de verme en mis cuatro paredes...». v Cuando Fortunata, después de un ratito de palique con la comandanta, penetró en la otra casa, vio cosas que la pasmaron.

Al otro día cupo a Julián la honra de encender la efímera lucecilla de la inteligencia naciente en la criatura, paseándole no qué baratijas relucientes delante de los ojos. Julián iba perdiendo el miedo a la nena, que al principio creía fácil de deshacer entre los dedos como merengue; y mientras la madre enrollaba la faja o calentaba el pañal, solía tenerla en el regazo.

Entonces se mezclan poco a poco las claras batidas a punto de merengue y 150 gramos de almendra hecha polvo, 500 gramos de harina tamizada y 250 de manteca fundida con 300 gramos de frutas escarchadas, picadas a cuadraditos.

Y levantó su puño amenazante contra su hermana. Pero al ver la extraña figura que presentaba Miss con sus pegotes de merengue y corriendo medrosa, una carcajada de atolondramiento hinchó su lindo cuello, y como si nada hubiese sucedido, se agarró del talle de Concha, dándola un sonoro beso. ¡Qué gracioso...! ¿eh? ¡Qué cara va a poner mamá cuando la vea entrar en el salón con esa facha...!

Tal era la situación general; pero había dos sujetos, que acaso habían bebido más que los otros, que estaban más acalorados y que empezaron a mirarse con malos ojos por aspirar a lo mismo. Pedro Lobo y Arturito se empeñaron ambos en querer Merengue de fresa.

OTRO POSTRE. Se baten tres yemas con cien gramos de azúcar; después se baten las tres claras a punto de nieve, y mezclados con otros cien gramos de azúcar para que esté como merengue; se pone en un plato como para pastel moka; una capa de la pasta de yema, otra de bizcocho, otra de merengue, y así sucesivamente, procurando terminar con la del merengue, espolvoreándola con canela molida y mejor aún con chocolate molido.

Sólo bajo la monarquía de merengue que se va derritiendo y consumiendo al calor de la revolución podía ser representable el drama que anunciaban los carteles del coliseo marinedino, Valencianos con honra.

Con la boca llena de merengue contestaba a sus sobrinas, que estaban cada vez más alegres, y aprobaba bondadosamente los cuidados de su hermana por tenerle contento. Ahora había que retirar el vino de los Escolapios: «no estaba en carácter»; y por esto el viejo saludó alegremente la aparición en la mesa de las botellas de licor de diferentes formas y clases.

Los señores jóvenes que allí había consiguieron, no sin grande esfuerzo, separar a Octaviano de su intervención en la contienda e interponerse entre los dos principales contendientes, reteniendo sus manos y refrenando sus lenguas. Completamente se acibaró el contento que allí reinaba. Antes de que amaneciese se expidieron en el ómnibus el Merengue de fresa y las demás niñas.

Pues en mi casa continuó la delgadita, dejando de chuparse el dedo todo es un puro merengue. Mi mamá no come más que pastelillos; mi papá, bizcochos; y yo, jalea; y mi hermana Carmen, suspiros. No queremos puchero, porque no es de tono; y por eso a las muchachas les damos hojaldre.

Palabra del Dia

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