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Esto bastó para que recobrase la serenidad. La «señora consejera» seguía con ojos fijos la marcha del juego. El miró también, y una sonrisa maligna contrajo levemente los extremos de su boca, al mismo tiempo que se decía mentalmente, á guisa de consuelo: «¡Capitán, capitán!... No sabes lo que te espera

Esta suposición absurda que Ulises formuló mentalmente, con incrédula y triste sonrisa, se repitió al mismo tiempo en el pensamiento simple de muchas gentes de la Marina. Se negaban á creer en su muerte. Un brujo no se ahoga. Habría encontrado abajo algo muy interesante, y cuando se cansase de vivir en las verdes profundidades volvería nadando á su casa. No; el Dotor no había muerto.

Don Juan, loco de contento, dio la vuelta hacia San Antonio, diciéndose mentalmente: «Es indudable que se ha casado por despecho; todavía me quiere..., ha consentido en que nos veamos, lo ha jurado por su hijo, ¡pobrecilla!, y después ha dicho 'prudencia', es decir, todo se arreglará. El arreglo corre de mi cuenta. La cosa no es tan fácil como parece. Vamos a cuentas.

Don Anselmo sigue un poquito mejor. Felicita palpaba a la sirvienta: ¿Sueño? ¿Eres ? ¿Soy yo de carne? ¿No somos fantasmas? Telva respondía mentalmente: «¿ de carne? Puro hueso, y ya muy duro. ¿Pantasmas? No estás mala pantasmona....» Felicita proseguía: ¿Has hablado? ¿Me figuré oír una voz? ¿Qué me has dicho? Que don Anselmo sigue un poquito mejor.

Tal vez estaba herido ó prisionero. Este era el gran obstáculo que se oponía á su viaje, lo que la tenía inmovilizada en Europa, por esa superstición que nos hace creer que permaneciendo cerca podemos conjurar mejor el peligro. ¡Y parecía muy enamorada!... Aquí el príncipe hizo mentalmente una serie de exclamaciones.

Le fué imposible reconocerlos, y á pesar de ello, tuvo la certeza de que eran los enemigos vistos en el bar. Su buque estaba lejos, junto al muelle más desierto á aquellas horas. «Has hecho una tontería», se dijo mentalmente. Empezó á arrepentirse de su audacia; pero ya era tarde para volver atrás.

Retrocedió, volvió á avanzar, se consultó, discutió mentalmente, y al fin, uniéndose la curiosidad á su instintivo deseo de entrar, no dudó más y entró. Estaban en una discusión muy acaloraba. Por todas partes se alzaban voces, lo mismo en la región turbulenta del público que en la del club.

Usted ha querido hablarme dijo Ferpierre mientras se dirigía mentalmente estas preguntas y ponía en orden en la mesa los papeles, secuestrados en la habitación de la muerta y del Príncipe; aquí me tiene usted. Y ante todo ¿su nombre, su edad? Roberto Vérod, treinta y cuatro años. ¿Es usted Vérod, el escritor? . ¿Nacido en Ginebra, domiciliado en París? .

Pensó unos instantes en su amigo, alma grande, generosa, y mentalmente se preguntó si no sería bueno comunicarle el proyecto, pero mentalmente se contestó tambien que Isagani nunca querría tomar parte en semejante carnicería... A Isagani no le habían hecho lo que á él.

Entonces, para prepararse para la escena que iba a tener lugar, trató de imaginarla; resolvió mentalmente cómo pasaría la confesión de la debilidad en que había incurrido dándole el dinero a Dunstan al hecho que éste lo tenía tan agarrado, que había tenido que renunciar a hacérselo largar, como además tendría que proceder con su padre para que éste se preparara para algo muy grave antes de revelarle el hecho mismo.