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Como los nombres son los mismos, originarios unos de otros, la gloria de misia Melchora asume cierto carácter de guerra civil, familiar y casi doméstica, en la cual los manes heterogéneos libran gran trifulca e histórica zarabanda.

Misia Melchora es lo más alto entre lo más eminente o empingorotado de nuestra sociedad. Sus apellidos, así los propios como el de su consorte, fallecido 25 años hace, significan doble tradición, colonial y patricia. Un Nuezvana fue virrey del Perú, caballero ostentoso que imitaba en Lima el boato borbónico, según cuenta Ricardo Palma en sus apologías de aquellos magnates.

Creo que está desesperado, que ya no se pone agua de lino en la cabeza, ni siquiera se peina. ¡A lo que ha venido a parar el rey de los cipreses! ¡Qué destronamiento terrible! Pues aquí me tienes luchando con todos, con Clotilde, con sus hermanas, con misia Melchora... ¡Pobre misia Melchora! Para su orgullo es un golpe terrible. ¡Hijita, los Nuezvanas lo llenan todo en Buenos Aires!

Por lo tanto, compadézcame, misia Melchora. La vida tiene imposiciones penosas y es menester afrontarlas. Está dispuesto a atropellarlo todo si alguien tratase de violentar la voluntad de la muchacha y la suya propia, que, en este caso, forman una sola. Y dos voluntades sumadas por el amor son invencibles.

Pertenece a los Nuezvanas que no salieron nunca de la península, esperando los tesoros de los Nuezvanas indianos y medrando políticamente con los méritos de sus conquistas, exploraciones y hazañas en los desiertos de Indias. Por todas estas circunstancias, misia Melchora, a semejanza del grande, de España, viene a ser «la grande» de Buenos Aires.

Así, pues, mi respetable y querida misia Melchora, esa criatura, esa Inesita, tan rebelde a que nadie guíe su corazón, ha venido a este mundo para constituir el tormento de usted y el mío, sin contar el de Carlitos.

A las niñas del lañador y a D.ª Melchora, la que borda en fino, les puede trastornar el seso este caballero contándoles esas batallas fabulosas de prusianos y rusos, con lo de que si el Emperador fué por aquí o vino por allí. Hombres como yo no se tragan bolas tan terribles, ni ha estado uno veinte años mordiendo el cartucho y peinando los rizos del Sr.

Ordeno que la hagan pasar a un saloncito. «Díganla que tenga la bondad de esperarme un momento». Y en seguida llamo a mi doncella para que me ayude a ponerme un traje de circunstancias, un vestido negro, de cierta severidad, pues me parece que la entrevista va a ser grave. Mientras me visto procuro dominar el desasosiego que me ha invadido al leer la tarjeta. ¡Misia Melchora en mi casa!

Por un lado, los años ¡76, Marianela! ; por otro, los disgustos, que nunca faltan. ¿Disgustos, usted, misia Melchora?... Disgustos, , hija mía, disgustos. Precisamente vengo a hablar con usted de un asunto que me trae profundamente disgustada. Y es más: vengo a pedirla que me ayude a resolver el problema. Si tiene solución y yo puedo, cuente usted conmigo, misia Melchora.

Todo esto ha estropeado un poco el carácter de misia Melchora, haciéndola adquirir una idea desmesurada de misma. Por Carlitos siente verdadera idolatría, entre otras razones, por ser el único nieto que lleva el apellido de Nuezvana, ilustrado por un virrey del Perú, por un obispo de Chuquisaca, por un oidor de Charcas, por un duque y grande de España y por la propia misia Melchora.