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Actualizado: 29 de octubre de 2025
Esa comunidad disimulada diz que tiene por objeto el cuidado de la biblioteca y de todos los primores del edificio. Nada hay que extrañar en la piadosa maniobra de la reina, puesto que su primer ministro, el Mariscal O'Donnell, le ha dado el ejemplo de un buen sistema, declarando á las Cámaras que su Ministerio no moriría de empacho de legalidad.
Doña Mencía había deplorado la violenta resolución tomada por D. Alonso de Aguilar de prender en la misma casa del Ayuntamiento de Córdoba al mariscal D. Diego, primo de ella, y de tenerle encerrado durante algunas semanas en el castillo de Cañete; pero más deploraba aún el desafuero de D. Diego desafiando a D. Alonso, contra la expresa voluntad y orden del Rey, que quería paz entre ellos, y de llevar adelante el desafío bajo el amparo del Rey moro, que le dio campo y palenque en la vega de Granada.
Lo que consta es que el mariscal Soult se apoderó del cuadro, que se lo llevó á Paris, y que lo conservó hasta su muerte, entre las pinturas de familia. Muerto el mariscal, el Museo del Louvre hizo proposiciones á los herederos, los cuales vendieron la pintura por la mitad próximamente de su valor, en obsequio del establecimiento nacional á que se destinaba.
Pronunciadas estas palabras, que el concurso acogió con un redoble de hilaridad, el noble señor de las Matas de Arbín se llevó la mano á su sombrero de felpa, hizo un saludo digno del mariscal de Richelieu y montando de nuevo en su jamelgo dió la vuelta hacia su casa solariega. Aquella noche hubo fila, como todas, en el palacio del capitán.
Aquella imagen de la desesperación, que tan pronto señalaba la boca de los cañones como el cielo, indicando a sus soldados un alto ideal al conducirles a la muerte, era el desgraciado general Dupont, que había venido a Andalucía seguro de alcanzar el bastón de Mariscal de Francia. El paseo triunfal de que al partir de Toledo habló, había tenido aquel tropiezo.
El mariscal de Castilla D. Diego Fernandez de Córdoba, señor de Baena, lo obtuvo, con la villa erigida en condado, del rey D. Enrique IV, y de su casa pasó á la de Sesa, y despues á la de Altamira, cuyo primogénito lleva el título de conde de Cabra.
El personaje que acompañaba al mariscal de Grammont, que vino á la corte de España el año de 1659, como enviado extraordinario de Luis XIV, habla en una carta á su hermana de una fiesta que se celebró en el palacio antiguo ó alcázar en honor de este enviado . «Lo mejor de todo, escribe, y lo que yo dejo para lo último como bocado más sabroso, es la comedia que fué ayer por la noche representada.
Los españoles humillados con este golpe, quitaron la comision al Mariscal de Campo, y nombraron otro en su lugar, levantando un ejército de 700 hombres que marcharon al Casuhati, no para renovar la guerra, sino para pedir paz.
El hostelero, con la credulidad propia de nuestros aldeanos bretones, nos aseguró que en el castillo del duque de C..., donde murió Fabert, habían visto entrar a un hombre negro, que nadie conocía, y que este hombre se llevó el alma del mariscal, a quien anteriormente se la había comprado; añadiendo que, todavía, por el mes de mayo, época de la muerte de aquél, se veía aparecer por la noche al negro, con una luz en la mano.
Una, cuando el primer ministro le presentó una renuncia insolente; otra, cuando el mariscal en jefe le hizo traición, y la tercera, cuando perdió el gran diamante de su corona...
Palabra del Dia
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