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Actualizado: 17 de junio de 2025
En el albor de la vida Es muy hermoso vivir, Porque su senda florida Nos dá la imágen querida Del puerto á que hemos de ir. Pero esas horas benditas Pasan con velocidad, Y envueltas en negras cuitas Nos quedan rosas marchitas Que arrastra la tempestad. Y con su manto de hielo La eternidad nos envuelve, Y en ancho mar de consuelo Se sacia el ardiente anhelo Que la existencia revuelve.
El patriarca se acercó a Amparo; sus mejillas arrugadas y marchitas tenían a la sazón sonrosados los pómulos. Gracias, hijas... tartamudeó cabeceando senilmente . Gracias, ciudadanas.... Acércate, tribuna del pueblo... que nos una un santo abrazo de fraternidad.... ¡Viva la tribuna del pueblo! ¡Viva la Unión del Norte!
Parecía que me había rejuvenecido; y es que cuando uno se figura que vuelven aquellos serenos días de la niñez, siente algo que hace revivir las ilusiones perdidas, como sienten nueva vida las flores marchitas al recibir de nuevo el rocío de la mañana. La misa, por lo demás, nada tuvo de particular para mí.
Muchas veces había pensado que no estaba educada para ser la mujer de un fondista. ¿Por qué? Sus fuerzas no eran muchas y había visto mujeres de los amigos de su marido, en el Kansas, que podían hacer más trabajo; pero él no se quejaba: ¡era tan bueno! Contemplela a la luz del hogar, cuyos reflejos jugueteaban en sus facciones ajadas y marchitas, pero finas y delicadas aún.
Después percibió un perfume de flores marchitas y vio esparcidos sobre la cama varios bouquets, que indudablemente habían servido de adorno a los cubiertos antes de comenzar el banquete. ¡Viva el arte! gritó Maltrana con una agitación que hizo reír a Feli . ¡Viva la eterna belleza! ¡Viva la juventud triunfante!
No abusaré de la paciencia del lector contándole punto por punto lo que pasó en aquélla, ni le diré tampoco cuántos padres de la patria llevaban el frac mal sentado, como si no estuviera cortado a su medida, ni cuáles señoras de estos insignes patricios iban hilvanadas con las marchitas rebuscaduras del baúl, ni qué familias visibles de la corte estaban representadas allí por apuesto mancebo o seductora dama.
Y la divina corona Que la Patria dá al guerrero, Sobre sus frentes marchitas Se vió caer desde el cielo. Blanco á la carga conduce A sus valientes de nuevo, Pero al querer batallar Todos se miran envueltos, Y cual las hojas de otoño Por la campaña dispersos. En vano el buen coronel Levanta su voz de trueno, Abandonado y sin gente Solo le ampara su acero.
¡Oh! caballero exclamó esta deteniéndose y clavando en él sus ojos que brillaron como las últimas ascuas de un hachón sepulcral , ¿no es muy triste ver tanta cosa muerta en derredor nuestro, y sentir ese frío del alma que dan las memorias marchitas, cuando pasan? Hacen un murmullo triste como el remolino de hojas secas, y dan escalofríos como la llovizna de otoño ¿No es verdad, no es verdad esto?
Lo importante, lo que urgía, era verse libre de esas amargas compensaciones que la sociedad ofrece a las penas vulgares. De ese modo podía absorberse en sus ideas, ver tan sólo lo pasado, evocar constantemente el recuerdo de sus desvanecidas esperanzas y sus marchitas ilusiones, irritando sin cesar su herida para no dejar que se cicatrizara y apresurar así la mortal curación apetecida.
Olvidaba los libros, despreciando su porvenir: ya no pensaba en cantar misa. ¿Qué le importaba su carrera viendo a la Iglesia en peligro y próxima a desvanecerse la poesía soñolienta de los siglos que le había envuelto desde la cuna como una nube perfumada de incienso viejo y rosas marchitas...?
Palabra del Dia
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