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El bandido se sobrecogió de terror porque imaginó al principio que el viejo guarda, o lleno de envidia por la ventura que otros iban a lograr, o enojado porque le profanaban su mansión, donde el día antes había estado todavía de cuerpo presente, venía ahora capitaneando una legión de demonios para llevárselo al infierno.

En el caso presente, en la venida de Amor, en nuestra descreída y viciosa edad de hierro, la mansión de Amor, su cuartel general, como si dijéramos, es el alma de una mujer casada. ¿Estará hueco y ufano su marido? Ya aquí el Conde no pudo contener y disimular su enojo.

La iglesia está situada en el terraplén y dentro del recinto el castillo, lo cual indica a primera vista haber sido en otros tiempos una dependencia y que, durante las pasadas edades, no era otra cosa que la capilla de la mansión feudal.

Sin embargo, para el viejo porteño que no ha salido nunca de Buenos Aires, o para el joven provinciano que recién llega de su provincia, el Club es, o era en otro tiempo, algo como una mansión soñada cuya crónica está llena de prestigiosos romances y en el cual no es dado penetrar a todos los mortales. Don Benito conocía la casa desde su fundación y gozaba en ella de una influencia única.

El novelista es como un pequeño cíclope, esto es, como un cíclope que no es cíclope. Sólo tiene de cíclope la visión superficial y el empeño sacrílego de ocupar la mansión de los dioses, pues a nada menos aspira el novelista que a crear un breve universo, que no otra cosa pretende ser la novela.

Después de haber dejado lo poco que contenía mi portamonedas en aquella triste mansión de la indigencia, salí un poco más tranquilo, pero aun sintiendo mucha incertidumbre.

En medio de todo el lujo y esplendor de aquella regia mansión, ella surgía como una figura pálida y abandonada, con su tierno corazón juvenil destrozado por la pena de la muerte de su padre y por un terror que no se atrevía a declarar.

Y como había leído muchas veces la Odisea, y recordaba sus episodios y los nombres de sus personajes, pensó Bonis: «Los cerdos y los perros que encontró Ulises al volver a Ítaca, en la mansión de Eumaios, allí estaban; pero Eumaios, el que guardaba los cerdos de Ulises, no estaba; no le había.

He visto en un puertecito algunos viejos pilotos que, demasiado débiles, resignaban sus funciones; empero no lograban resignarse con su nuevo estado, y arrastrando una vida miserable, acababan por perder el seso. En lo más alto de Saint-Michel hay una plataforma llamada de los Locos. En mi vida he visto sitio más adecuado para producir la locura que esa mansión vertiginosa.

Cualesquiera obra dramática, cuyos tres actos tengan estilo diverso, transforman la escena en desierto líbico, en mansión verdadera de los más deformes monstruos.