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Meter a bordo el rizón. A la voz del patrón los cuatro hombres que tripulan la barca, uno tras otro, van saltando a bordo con un rosmar de protesta. El patrón manda aparejar la vela y se inclina sobre la borda de popa para armar la caña del timón. Después se santigua. La barca se columpia en la cresta espumosa de una ola. Comienza la travesía.

Pero en obsequio al administrador, debe quedar consignado: 1.°, que los dos prados del beatífico propietario, eran de una manda hecha por la piedad de un abuelo de mi tío; y 2.°, que éste, en honor del santo, gastaba todos los años, sobre los doscientos reales que producían las fincas, otros cuatrocientos de su bolsillo, en lo cual se creía, y con razón, muy honrado. Y se comprende muy bien.

«Hemos salido de Guatemala para entrar en Guatepeor dijo Marcial cuando le pusieron sobre cubierta . Pero donde manda capitán no manda marinero. A este condenado le pusieron Rayo por mal nombre.

Son estos naturales muy amantes al Rey, y muy obedientes a todo cuanto se les manda en su real nombre; en los cabildos el común modo de explicarse y de persuadir a los otros a que hagan lo que deben es decirles que así lo manda Dios y el Rey.

Pero Conchita torció otra vez el gesto con expresión de protesta. No; yo no quiero diamantes. ¡Para como los ganan muchas!... Yo soy clásica, como dice Isidro, y no me presto a ciertas cosas. A me gusta como Dios manda, ¿se entera usted?... como Dios manda.

Pero, ¡qué sabes de caballero! Vergüenza debía darte tenerme así. Vamos a ver: ¿cuándo me pones un cuarto como Dios manda? Esta especie de invocación a hombres que ponen casa a la querida, dejó muy caviloso a don Quintín, haciéndole discurrir amargamente sobre las injusticias sociales.

¿Qué sabes de esos dolores, tonto? dijo poniéndole una mano en la boca. ¿Has parido alguna vez? Luego cuatro días solamente en la cama prosiguió el joven separando dulcemente aquella mano y besándola al mismo tiempo, y al quinto bajar al salón. Pues ya estás viendo que no me ha pasado nada. ¡Oh, si no llego a bajar ayer, de fijo Quiñones me manda al médico!

Me manda sacudir el yugo del tiempo y distinguir lo que hay en mi ser de temporal y lo que hay de eterno... Si llevo en mi cerebro las formas eternas de los objetos, es que soy superior y tengo una existencia independiente de ellas.

Procuré también que a los corregidores y cabildos se les tratara con aquella atención que encargan las leyes, y que ninguna persona de ninguna calidad se atreviese a faltar al respeto debido a ninguno de sus individuos, haciéndoles conocer a éstos el modo con que debían portarse para no desmerecer las honras y distinciones debidas a sus empleos, y que yo quería se les guardasen como lo manda el Rey.

Dios no prohíbe amar a sus amigos; al contrario, nos manda rogar por ellos, y yo no me ocuparé de otra cosa sino de la felicidad de ustedes.