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Actualizado: 5 de octubre de 2025


Los Febrer hacia dos siglos que, olvidados del mar donde no quedaba comercio y sólo hacían la guerra pobres patrones e hijos de pescadores , se habían dedicado a imponer su nombre con un lujo esplendoroso, arruinándose lentamente. El abuelo aún había alcanzado los tiempos de verdadero señorío, cuando ser butifarra era en Mallorca algo que colocaban las gentes entre Dios y los caballeros.

En una pieza de la celda bailaron danzas españolas, que el músico seguía atentamente con sus ojos de fiebre, mientras la novelista iba de un grupo a otro, sintiendo la simple alegría de la burguesa que no se ve olvidada. Esta fue su única noche feliz en Mallorca. Luego, al volver la primavera, el «amado enfermo» se sintió mejor y emprendieron el lento retorno a París.

Ni dudo que ha de hallarse la Fe con nuevas glorias bajo la Palma de Mallorca, y ufana la misma Palma ha de coronar sus triunfos. Nació la Palma verdaderamente para triunfos, y yo que la de este Reino nunca se hallará más ufana y más al católico impulso de la piedad de V. S. que sirviendo de Palma a la Fe.

En la parte más alta, tocando a una fila de viejos lienzos de evangelistas y mártires, que formaban un friso, mostrábanse los Febrer más antiguos, venerables mercaderes de Mallorca pintados algunos siglos después de su muerte, graves varones de nariz judaica y ojos agudos, con joyas sobre el pecho y altos gorros de aspecto oriental.

El Capellanet también adoraba a aquel señorón de Mallorca desde que le vio reír al enterarse de que pensaban hacerlo cura. Pep y su mujer le seguían como perros obedientes y sumisos. Varias tardes hablaron Pablo y el enfermo de los sucesos pasados. El capitán era hombre rápido en sus decisiones. Ya sabes que no me canso cuando se trata de un amigo. Al desembarcar en Ibiza vi al juez.

Los mercaderes de Venecia enviaban a sus amigos de Mallorca muebles de ébano con menudas incrustaciones de marfil y lapislázuli o grandes espejos de luna azulada y marco cristalino.

Todo el respeto depositado en el alma del payés durante largos años de servidumbre a la noble familia, la veneración religiosa que le habían infundido sus padres cuando de niño veía llegar a los señores de Mallorca, renacieron ahora, protestando de este absurdo como de algo contrario a las costumbres humanas y la divina voluntad.

Bendecido por el Obispo de Mallorca, se arboló el estandarte real, saludado por la artillería y arcabucería, y se trató de embarcar la gente que no hacía falta.

Muchos chuetas, funcionarios del Estado en la Península, militares, magistrados, hacendistas, al volver a Mallorca encontraban que el último mendigo se consideraba superior a ellos, y al creerse molestado prorrumpía en insultos contra sus personas y sus familias. El aislamiento de este pedazo de España rodeado de mar servía para mantener intacta el alma de otras épocas.

Su tío, fray Espiridión Febrer, prior de Santo Domingo, gran lumbrera de la época, había sido su maestro, y «la Greca» podía escribir en su idioma a los corresponsales de Oriente que aún mantenían con Mallorca un mortecino comercio. Jaime encontraba con su vista algunos lienzos más allá distancia que representaba el paso de un siglo , otro retrato de hembra famosa de la familia.

Palabra del Dia

neguéis

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