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Actualizado: 3 de junio de 2025
Moreno, algo amoscado, guardaba silencio, maldiciendo en su interior de la facilidad que su amiguito tenía para liquidarse. Romadonga se acercó al grupo cuando la discusión religiosa acababa de zanjarse de aquel modo imprevisto y húmedo. Mario vio el cielo abierto.
Tan fragorosos eran los truenos, tan frecuentes los relámpagos, que ambos amantes juzgaron prudente retirarse cada cual a su cuarto, don Juan maldiciendo de Júpiter y de Eolo, y Cristeta, que ignoraba la Mitología, renegando de su mala estrella.
Semejante prueba de su ligereza trastorna al Marqués por completo; descúbrese, pues, y quiere despedirse para siempre, maldiciendo la frivolidad de las mujeres, hasta que la Princesa le declara que tiene conocimiento de su disfraz, y que en este supuesto pudo hacerle, sin deshonrarse, las proposiciones anteriores, puesto que á una intriga debía contestar con otra.
-Ella no me preguntó nada -dijo Sancho-, mas yo le dije de la manera que vuestra merced, por su servicio, quedaba haciendo penitencia, desnudo de la cintura arriba, metido entre estas sierras como si fuera salvaje, durmiendo en el suelo, sin comer pan a manteles ni sin peinarse la barba, llorando y maldiciendo su fortuna.
Estaba Yáñez maldiciendo la injusticia de los hombres, que por unas cuantas cuartillas emborronadas en un momento de mal humor le obligaban a dormirse todas las noches arrullado por el delirio de un condenado a muerte, cuando oyó fuertes voces y pasos apresurados en el mismo piso donde estaba su departamento. No; no dormiré ahí gritaba una voz trémula y atiplada . ¿Soy acaso algún criminal?
Al día siguiente del baile, ya muy entrada la mañana, se notaba en el palacio de los duques la falta de movimiento propia de toda casa donde el mucho trasnochar de los amos autoriza que madruguen poco los criados. Algunos de ellos, reunidos en la caseta del portero, formaban corro restregándose todavía los ojos, haciendo comentarios de la fiesta, charlando y maldiciendo.
Una homilía de San Fulgencio prueba cuán animado y dramático era el culto antiguo en la representación del acontecimiento, cuyo recuerdo solemnizaba este día. Presentábanse las madres de los niños que habían sido arrebatados, hablando entre sí, lamentando su pérdida, deseando morir con ellos, maldiciendo al tirano, etc.
Empezaron luego a sentir el abrigo de la manta, porque había piojo con hambre canina, y otro que en un brazo ayuno de ellos quebraba ayuno de ocho días; habíalos frisones y otros que se podían echar a la oreja de un toro. Pensaron aquella mañana ser almorzados de ellos; quitáronse la manta, maldiciendo su fortuna, deshaciéndose a puras uñadas.
Gime, herida, la infeliz; lloran asustados los granujas, y el iracundo marinero sale al balconcillo renegando de su estrella y maldiciendo á su mujer.
Algunos muchachos terribles, que habían de entrar en casa antes de las diez, so pena de arrostrar la indignación de los padres, se declaraban rabiosos socialistas y asustaban a los bedeles, maldiciendo la propiedad sin perjuicio de proponerse tan pronto como terminasen la carrera conseguir una notaría o un registro.
Palabra del Dia
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