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Actualizado: 3 de junio de 2025


Gime, herida, la infeliz; lloran asustados los granujas, y el iracundo marinero sale al balconcillo renegando de su estrella y maldiciendo á su mujer. La borrachona los consumió en aguardiente.

D.ª Carolina no hizo caso alguno de estas observaciones. Antes tomó pie de ellas para vejar al fisiólogo, maldiciendo de sus aficiones y recordándole con pesadísimas palabras las quemaduras de su hija. Insistió a los pocos días con idéntica suavidad. Nada. La esposa respondió aún con más acritud y desprecio.

En cambio yo aún puedo consagrarte una palabra, maldiciendo al ruin escéptico que te niega, y al filósofo corrompido que te confunde con los intereses de un día. A este sentimiento consagré mi edad viril y a él consagro esta faena de mis últimos años, poniéndole por genio tutelar o ángel custodio de mi existencia escrita, ya que lo fue de mi existencia real.

No le pesó a mi amo del alboroto, porque se quedó con los dineros, y aplazó para otro día y en otro hospital lo que en aquél había faltado. Fuése la gente maldiciendo a la vieja, añadiendo al nombre de hechicera el de bruja. Con todo esto, nos quedamos en el hospital aquella noche; y encontrándome la vieja en el corral solo, me dijo: "¿Eres , hijo Montiel? ¿Eres , por ventura, hijo?"

Mostrábanse tristes, fatigados, con el ceño torvo, parcos en palabras, sin otro deseo que el de pedir la cena, maldiciendo sordamente al maestro, a los compañeros, a todos los ricos, a la vida adusta e ingrata, que sólo tenía para ellos rudezas y choques.

Daba entratanto el miserable horrendos gemidos y suspiros maldiciendo su desventura y lamentándose desesperadamente.

Pero la aurora trajo nuevas esperanzas y la joven no quiso bajar de casa, ni irse á la iglesia. Temía ceder. Y así pasaron algunos días: orando y maldiciendo, invocando á Dios y deseando la muerte.

Finalmente, después de medio año largo, si es que puede haber un medio año más largo que otro, se restituyó mi recomendado a su patria maldiciendo de esta tierra, y dándome la razón que yo ya antes me tenía, y llevando al extranjero noticias excelentes de nuestras costumbres, diciendo, sobre todo, que en seis meses no había podido hacer otra cosa sino volver siempre mañana, y que a la vuelta de tanto mañana, enteramente futuro, lo mejor, o más bien lo único que había podido hacer bueno, había sido marcharse.

Aparte del dolor que causaban á Roger aquellas repetidas alusiones de todos á la vida licenciosa de su hermano, sorprendíale y angustiábale también el odio ciego que notaba entre las clases que constituían la sociedad de su tiempo. El trabajador maldiciendo á los poderosos, los nobles tratando á los humildes como bestias de carga.

Ya es preciso retroceder, volverse á casa, entre irritado y mohino, no maldiciendo tan alto como el romántico, pero haciendo no muy piadosa plegaria para el caballo y el jinete. La vida no es ya tan bella, pero todavía es soportable; la filosofía se va encapotando como el tiempo, pero el sol no ha desaparecido aun.

Palabra del Dia

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