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Actualizado: 28 de junio de 2025
D.ª Carolina no hizo caso alguno de estas observaciones. Antes tomó pie de ellas para vejar al fisiólogo, maldiciendo de sus aficiones y recordándole con pesadísimas palabras las quemaduras de su hija. Insistió a los pocos días con idéntica suavidad. Nada. La esposa respondió aún con más acritud y desprecio.
No diga usted que el dúo ha estado mal. ¡Vaya si lo digo! Pues, señor, entonces declaro que no entiendo una palabra porque me ha parecido sublime replicó el joven con señales de hallarse picado. Esa declaración te honra, Ramón. Sabes hacerte justicia dijo Cobo Ramírez, que no perdía ocasión de vejar a su amigo y rival.
No hai cosa que se oponga á creer que esta fue la ocasion de las persecuciones de los judíos por Sisebuto en España, i luego por Dagoberto, rei de Francia en sus tierras i señoríos; pero antes de los tiempos del emperador Heraclio, i de sus agüeros i pronósticos, ya habia comenzado Recaredo á oprimir i vejar estas gentes; por donde juzgo que mas que por ajenas persuasiones, se rigió aquel monarca godo por una razon de estado para embarazar los males que ocasionaban al cristianismo la demasiada libertad con que vivian en sus reinos los hebreos.
En una palabra, en todo y por todo Clementina se ingenió para atormentar, molestar y vejar al que se había empeñado en permanecer soltero. Así como ella se mantuvo sin casarse, para consagrarse por completo á la guerra continua que hacía á Fortunato. Acaso conservaba en el fondo de su corazón un resto de sentimiento por ese monstruo, como ella le llamaba.
Claro está que desde entonces no volvió a hablarse de él en la casa del fisiólogo; es decir, sí se habló, y mucho, pero fue siempre para vejar al ilustre antropólogo, quien por largo tiempo no pudo gozar de tranquilidad a la hora de comer. Por fortuna, un suceso próspero vino a borrar aquella impresión fatal.
Como es natural, cogía por los pelos cualquier ocasión de vejar a sus ministros. Un proceso como el presente, en que figuraba como reo un sacerdote, le llenaba de júbilo, lo atendía con cuidados tan tiernos como si se tratase de la honra de una hermana. Después de D. Peregrín, fue llamada el ama de la casa de huéspedes de Palencia. Venía presentada por la defensa.
Se colocaron espías en la calle de Altavilla y en las inmediaciones de casa de Granate a fin de que no se escaparan; sobornose a los criados; se trazaron por las cabezas más fecundas de la ciudad mil planes ingeniosos para vejar a los novios.
Palabra del Dia
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