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Actualizado: 24 de junio de 2025
Apareció ante ellos la figura de un niño, cuya cara podía haber sido bonita y aun distinguida a no oscurecerla de por dentro las maldades aprendidas y a no haber impreso en ella su sello la suciedad y el abandono. Su cuerpecito estaba envuelto con una manta, y se conocía que acababa de levantarse de la cama. Entren repitió y no hagan ruido.
La frecuencia con que el ejército liberal mudaba generales y los errores del Gobierno central, servían de sarmientos a la hoguera: apenas pasaba día sin que entrara de Francia algún jefe insurrecto; Navarra era un volcán; asaltábanse los trenes de viajeros, y un cura famoso inauguraba la larga serie de sus repugnantes maldades.
Clementina, viéndole absorto, continuó sus explicaciones, en las que siempre se adjudicaba la mejor parte. Pintó su corazón herido por el abandono de un hombre á quien amaba y á quien su tío la había destinado desde la infancia. No habló de sus pretensiones, de sus calumnias, de sus maldades ni de toda aquella guerra de alfilerazos que había hecho al pobre Roussel.
Una sola consideración la inclinaba a creerla fundada: en lo que Tirso la había dicho, formaban un conjunto tan homogéneo las maldades, estaban tan enlazadas unas con otras las infamias, era todo tan verosímil dentro de lo malvado, que parecía imposible suponerlo invención calumniosa: no había, no podía haber imaginación tan dañina que lo fraguase y dispusiera con aquel ensañamiento.
Pero doña Sol, satisfecha del buen éxito de su presentación, reía del miedo del espada. Parecíale el bandido un buen hombre, un desgraciado cuyas maldades exageraba la fantasía popular. Casi era un servidor de su familia. Yo le creía otro; pero de todos modos, celebro haberle visto.
¿Pero si es una capota muy seria, muy religiosa? La mantilla, hija; lo tradicional, lo que llevaban las gentes buenas y antiguas, antes de que llegasen tantas maldades del extranjero.
5 porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades. 6 Tornadle a dar como ella os ha dado, y pagadle al doble según sus obras; en el cáliz que ella os dio a beber, dadle a beber doblado. 7 Cuanto ella se ha glorificado, y ha estado en deleites, tanto dadle de tormento y llanto; porque dice en su corazón: Yo estoy sentada reina, y no soy viuda, y no veré llanto.
Otras veces le describía con viveza y con sombríos colores la corrupción de nuestro siglo, el bajo nivel en que estaban las almas, las mezquindades y maldades del mundo y lo agradable y lo conveniente que sería retirarse de él, en vista de que no puede satisfacer ninguna de nuestras nobles aspiraciones.
En los primeros días tuvo horas de melancolía intensísima, en las cuales su conciencia, confabulada con la memoria, le representaba de un modo vivo todas las maldades que cometiera en su vida, singularmente la de casarse y ser adúltera con pocas horas de diferencia.
Los que no alcanzaron á conocerla se la imaginaban como una especie de bruja, apodándola «Cara Pintada» y atribuyéndole toda clase de maldades prodigiosas.
Palabra del Dia
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