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Actualizado: 12 de junio de 2025
Makaraig se detuvo. ¿Y cómo influir? preguntó un impaciente. El P. Irene me indicó dos medios... ¡El chino Quiroga! dijo uno. ¡Ca! Valiente caso hace de Quiroga... ¡Un buen regalo! Menos, se pica de incorruptible. Ah ya, ¡ya lo sé! esclamó Pecson riendo; Pepay la bailarina. ¡Ah, sí! ¡Pepay la bailarina! dijeron algunos.
Basilio al oir semejante lenguaje, aunque quería mucho á Isagani, dió media vuelta y salió. Tenía que ir á casa de Makaraig para hablarle del préstamo. Cerca de la casa del rico estudiante, notó cuchicheos y señas misteriosas entre los vecinos. El joven, no sabiendo de que se trataba, continuó tranquilamente su camino y entró en el portal.
Sí, ese es don Custodio, el liberal don Custodio, tiene las cejas fruncidas porque medita algun proyecto importante... si se lleváran á cabo las ideas que tiene en la cabeza, ¡otra cosa sería! ¡Ah! aquí viene Makaraig, ¡tu compañero de casa! En efecto venía Makaraig con Pecson, Sandoval, é Isagani. Tadeo al verlos se adelantó y les saludó. ¿No viene usted? preguntóle Makaraig.
Ademas... yo no quiero ir en contra de Makaraig. Pero si no es ir en contra, es solamente... Plácido ya no oía, ya estaba lejos y andaba de prisa dirigiéndose á su clase. Oyó diferentes ¡adsum! ¡adsum! ¡carambas, se leía la lista!... apretó los pasos y llegó precisamente á la puerta cuando estaban en la letra Q. ¡Tinamáan ng...! murmuró mordiéndose los labios.
Pasadas las primeras manifestaciones del entusiasmo que en la juventud siempre toma formas algo más exageradas por lo mismo que ella todo lo vé hermoso, quisieron enterarse de cómo habían ido las cosas. Esta mañana me ví con el P. Irene, dijo Makaraig con cierto misterio. ¡Viva el P. Irene! gritó un estudiante entusiasta.
Despues hizo señas á sus compañeros para que se acercasen. Vieron salir por la puerta de la pansitería un joven que miraba á todas partes y entraba con un desconocido en un coche que esperaba junto á la acera. Era el coche de Simoun. ¡Ah! exclamó Makaraig; ¡el esclavo del Vice Rector servido por el Amo del General! Muy de mañana levantóse Basilio para ir al Hospital.
¡Puf! ese no es ningun guante, pero por el olor parece un calcetin. Y lo más gracioso, continuó Makaraig, es que el P. Irene nos recomienda celebremos el hecho con un banquete ó una serenata con antorchas, ¡una manifestacion de los estudiantes en masa dando gracias á todas las personas que en el asunto han intervenido!
Si hasta ahora el espediente no ha sido resuelto ha sido porque, como me consta á mí, hay mucho material acumulado; pero auguro que la campaña está ganada, que la cita de Makaraig es para anunciarnos la victoria, y mañana veremos premiados nuestros esfuerzos con el aplauso y agradecimiento del pais ¡y quien sabe señores si el gobierno no os propone á vosotros para alguna buena condecoracion como merecedores que sois de la patria!
Makaraig, ¡van á bailar el cancan! Y se frotó alegremente las manos. Tadeo, desde que se levantó el telon, no hacía caso de la música; solo buscaba lo escandaloso, lo indecente, lo inmoral en los gestos y en los trajes, y con su poco de francés aguzaba el oido para pillar las obscenidades que tanto habían pregonado los censores severos de su patria.
No se apure usted, amigo; vamos en coche, y así le contaré la cena de anoche. Y con un gesto muy gracioso, como si estuviese en su casa, invitó al ausiliante y al cabo á que subiesen en el coche que les esperaba en la puerta. ¡Al Gobierno Civil! dijo al cochero. Basilio que ya se había recobrado, contaba á Makaraig el objeto de su visita.
Palabra del Dia
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