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Actualizado: 13 de julio de 2025
¡Qué tardecita pasaron las de Pajares! Exteriormente fueron las de siempre; las niñas contestaron con mohines graciosos a los saludos de los amigos, y la mamá, altiva y majestuosa, cobijándolo todo con su mirada de protección. Pero en su interior ¡cuántos tormentos!
Acontece á veces un incidente terrible: á través de la gran armada que, majestuosa, lentamente, baja del Norte, llega con brusquedad del Sur un gigante de base profunda, que, hundiéndose seis ó siete pies bajo el mar, vese empujado con gran furia por las corrientes submarinas.
Otras mujeres, en caso semejante, atribuyen la paternidad al hombre que más les interesa. ¡Como si esto pudiera asegurarse! Yo no he escogido á nadie en mi recuerdo. Todos iguales, todos olvidados. Mi hijo es mío, sólo mío. Tenía la majestuosa indiferencia de la selva fecunda é impasible que abre sus entrañas al polen esparcido en el aire como una lluvia de amor.
Mientras estaba allí parado en la penumbra silenciosa de la majestuosa iglesia, mirando aquella obscura figura misteriosa que se paseaba pacientemente a lo largo de la nave, esperando al que no vendría nunca más, recordé lo que en esa lejana noche, había despertado en mí un extraño sentimiento de disgusto contra él. En breves palabras referiré el incidente.
Miró al cielo. ¡Cómo brillaba la luna allá en lo alto, serena, majestuosa! ¡Qué guiños maliciosos le hacían las estrellitas azuladas! ¡Faunos, ninfas y amores que la vísteis desde la pomarada de D. Félix, venid ahora! ¡Venid á contemplar el rostro de Flora encendido en pura grana! Allá se oía el ruido de los zapatos claveteados de Jacinto que se alejaba.
La sala del teatro de la grande ópera, la mas elegante y capaz de todas, no es ni con mucho tan bella y majestuosa como la de nuestro teatro Real; bien es cierto que el teatro de Oriente no tiene rival.
en los cuales se refleja todo el orgullo de Diana, y la facilidad con que espera salir victoriosa! La primera vez, que estuve en Madrid, los oí á la incomparable actriz Mariquita Ladvenant, pronunciándolos con tan ingeniosa mezcla de serenidad majestuosa, de ira y de risa irónica, que parecía leer en lo más profundo del alma de Moreto.
El patio de la casa era el solio de su soberanía. Sus partidarios le encontraban paseando de un extremo a otro, por entre los verdes cajones de los plátanos, con las manos cruzadas en la espalda anchurosa, fuerte y algo encorvada por la edad: una espalda majestuosa, capaz de sostener a todos sus amigos.
Tenía don Eleazar un cuerpo de oso y una cabeza de leona mansa; su cutis fino y terso, a pesar de sus setenta años largos, daba a su rostro cierta capa de venerable distinción y de majestuosa ancianidad que imponían a primera vista.
El aspecto de las montañas, el ruido de los torrentes, el silencio del monasterio, la religión grande y majestuosa, los religiosos humildes y penitentes, el tiempo despreciado, y la eternidad siempre presente, debían de hacer nacer bajo la pluma de los huéspedes que se sucedían en la augusta morada, altos pensamientos y delicadas expresiones.
Palabra del Dia
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