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Actualizado: 19 de mayo de 2025


Repitió Almudena las fórmulas y reglas del conjuro, añadiendo descripción tan viva y pintoresca del Rey Samdai, de su rostro hermosísimo, apostura noble, traje espléndido, de su séquito, que formaban arregimientos de príncipes y magnates, montados en camellos blancos como la leche, que la pobre Benina se embelesaba oyéndole, y si a pie juntillas no le creía, se dejaba ganar y seducir de la ingenua poesía del relato, pensando que si aquello no era verdad, debía serlo. ¡Qué consuelo para los miserables poder creer tan lindos cuentos!

La batata en polvo y las carnes de manzana, membrillo y gamboa, que toda cordobesa prepara, debieran ser conocidas y estimadas en las mesas de los príncipes y magnates. Con el mosto hace la cordobesa gachas, pan y arropes infinitos, ya de calabaza, ya de cabellos de ángel, y ya de uvas, aunque entonces toma el nombre de uvate y deja el de arrope.

Abu-el-Casín, entretanto, al encaminar tantos magnates hacia el Alcazaba, decía regocijado: ¡Qué tasia, qué tiro tan estupendo de sabiduría y de inteligencia! Sólo un Ben-Farding, rey de la locura, puede tener tal idea; pero sólo yo, agradable Abu-el-Casín, capitán de la guardia africana, puedo dar vida a tal pensamiento, puedo llevarlo a cabo, puedo realizarlo con todas sus consecuencias...

Aquí es un palacio el depósito de la Industria, la casa de cambio, el banco, la casa de moneda; sin embargo de que ni la casa de moneda, ni el banco, ni la industria, son altos cuerpos del Estado, ni poderosos, ni magnates, ni reyes, ni pontífices. Aquí toma el nombre fastuoso de palacio, lo que en otros países se llama simplemente casa, lonja, depósito, alhóndiga, almudin, ó cosa semejante.

La madre no había ido nunca más allá de la cercana aldea, y así no podía desechar cierto temor al considerar que su marido emprendía tan largo viaje; pero al mismo tiempo sentía orgullosa satisfacción de que fuese él, por todos aquellos contornos, el primer hombre que iba a la rica ciudad, donde el rey y los magnates habitaban, y donde había que ver tantos primores y maravillas.

Desde entonces, no se ve otra cosa todos los días, sino magnates y hombres principales que hacen sus secretarios y dan todo su valimiento a los que le tienen con su mujer. De esta suerte me explico que mi padre se descuide, y no recele que, hasta a pesar mío, pudiera tener un rival en .

Por eso cuando leo las Historias, reyes, emperadores y magnates, se me figuran turba de bandidos cruel y sanguinaria y miserable! Hijos felices de la odiosa espada, la tierra, a su capricho, se reparten... ¡Dióles vida la tierra! ¡Ellos, feroces, se alimentan del cuerpo de la madre! Cede ¡oh Dios! cede en tu ira y mis desventuras mira con inmensa compasión.

Sin embargo, esto último no es completamente exacto, pues no carecen de valor para la historia local de Salem; y en esos papeles podrían descubrirse noticias y datos estadísticos del antiguo tráfico del puerto, y recuerdos de sus grandes comerciantes y otros magnates de la época, cuyas inmensas riquezas comenzaron á ir á menos mientras sus cenizas estaban aún calientes.

El brasero inquisitorial ardía durante siglos; el cielo azul obscurecíase con nubes de hollín humano; reyes, magnates y populacho habían asistido entre sermones y cánticos á las quemas de hombres con el mismo entusiasmo que provocan hoy las corridas de toros.

Entonadas hidalgas, ya caminasen a pie ya a las ancas de una mula que montaba y dirigía respetable escudero, ya en soberbios y dorados palanquines, solían llevar lucido séquito de dueñas, lacayos y pajes para mayor autoridad y decoro. Los magnates y señores ricos se mostraban cabalgando en hermosos caballos con ricos jaeces y con numerosa comitiva de criados y familiares de sus casas.

Palabra del Dia

ciencuenta

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