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Actualizado: 14 de junio de 2025


Barcelona.» Y Ulises reconoció la letra de su hijo, al mismo tiempo que se le oprimía el pecho con una angustia indefinible. La sorpresa le dejó sin voz, y el portero se aprovechó de su silencio para seguir hablando. Era un muchacho simpático é inteligente... Algunas mañanas le había acompañado para enseñarle lo mejor de la ciudad.

Pues lo que es hoy que no me quedo con esto dentro del cuerpo pensó mi hombre al otro día, entrando en la sala, hecho un sol de limpio y despidiendo, como todas las mañanas al salir de su casa, un fuerte olor a colonia . ¿Y dónde está?, ¿qué hace que no sale? Es un encanto esa mujer, y tengo al tal Santa Cruz por el gaznápiro más grande que come pan... ¡Cuánto me hace esperar!

Por las mañanas lo mejor era no hacerle caso, aparentando sumisión a sus exigencias; por las noches no había más remedio que halagarle y mimarle un poco; que otra cosa habría sido cruel. Diferentes veces, en las intimidades con su cara mitad, Maximiliano había expresado esas tristezas tan comunes en los matrimonios que no tienen hijos.

La charla de sus labios infantiles, suave como el gorjeo de un pájaro; el canto un poco ronco, pero aun más tierno, por eso mismo, de su padre, al dormirla entre los brazos; los sueños, las frescas carcajadas de la adolescencia, el hermoso sol de las mañanas de abril que la bañaba en su cuarto, las caricias incesantes de su madre, el calor del hogar en suma, ese calor que no se compra con los tesoros de la tierra, todo quedaba detrás de ella impreso en las paredes, empapado en los muebles. ¡Y ella lo dejaba sin lágrimas!

Los ingleses han construido a expensas de los griegos fortificaciones gigantescas que hacen de la plaza un pequeño Gibraltar. Yo asisto todas las mañanas a las evoluciones de un regimiento de escoceses que me divierten mucho con sus cornamusas. La ciudad griega es antigua y curiosamente construida: casas altas, pequeñas arcadas y una linda cabeza en cada balcón.

Describía la higuera, de hojas puntiagudas como manos abiertas, cuyo tronco rugoso y gris parece forrado con piel de elefante, y que en las mañanas de sol deja caer de rama en rama un fruto que, al aplastarse en el suelo, abre sus entrañas rojas y granuladas.

Si el dinero es la felicidad, nunca había tenido tanta como en los últimos años que pasó entre mantas e indianas, sedas y percalinas, arrullada a todas horas por el estrépito del Mercado y viendo por las mañanas, al levantarse, el pardalót de San Juan.

Despejada y clara la atmósfera, el calor benigno, las plantas en la plenitud de su coloración y riqueza, las tardes entrelargas y las mañanas alegres, aprovechose Lucía de tan buenas circunstancias para resolver a Pilar a salir al campo, según lo dispuesto por el doctor.

Hasta don Antolín se asomaba por las mañanas a la puerta. ¿Cómo está el pequeño? ¿Igual...? ¡Todo sea por Dios! Y se retiraba, haciendo al zapatero la gran caridad de no hablarle de las pesetas que le debía, en atención al hijo enfermo.

Era imposible que permaneciesen tanto tiempo en la iglesia. Las mañanas que iba él a casa del padre de Paz, tenía Leocadia que quedarse acompañando al enfermo; pero doña Manuela, apenas levantada de la cama, desaparecía.

Palabra del Dia

rigoleto

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