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Actualizado: 3 de mayo de 2025
El general don León Bravo de la Brecha y Pérez Esforzado, décimo cuarto conde de la Algarada de Lucena, primer marqués de Durobando, noble hasta la médula de los huesos, senador por derecho propio, modelo de caballeros, carácter de acero y corazón de oro, feo de rostro y hermosísimo de alma, era hombre que haciéndose querer inspiraba respeto, mas en tal grado religioso, autoritario y linajudo, en una palabra, tan montado a la antigua que parecía la viva encarnación de todos aquellos ideales que cumplida su misión en la vida, van quedando honrosamente almacenados en la historia por la inflexible mano del tiempo.
Acreditan lo primero, en multitud innumerable, los acérrimos y audaces guerreros que por todos estilos ha criado Córdoba; ya para pasmo y terror de los enemigos de España, como el Gran Capitán; ya para perpetua desazón y sobresalto constante de los españoles mansos, como el Tempranillo, el Guapo Francisco Esteban, el Chato de Benamejí, el Cojo de Encinas-Reales, Navarro el de Lucena, y Caparrota el de Doña-Mencía.
Por último, poseía don Paco la casa en que vivía, donde no faltaban bodega con diez tinajas de las mejores de Lucena, un pequeño lagar y una candiotera con más de veinte pipas entre chicas y grandes.
En este día por la mañana miércoles 23 de Abril vino nueua a esta çibdad que entrando el rey moro y el alatar de loxa y otros moros a correr a luçena salieron el duque de najara e el conde de cabra y otros caualleros y los desbarataron y prendieron al rey moro y a tres hijos del alatar y a otros muchos moros principales y mataron el alatar y a otros caualleros moros la qual nueva vino per cartas a la cibdad e se pregonó con mucha alegría en las gradas de esta cibdad.
Hemos dicho que fué esta villa cedida á la célebre favorita de D. Alonso XI: tambien lo fué la entonces villa de Lucena, con su castillo, no muy distante de Cabra al mediodia, por permuta hecha con el obispado de Córdoba al cual se habia adjudicado en el repartimiento del año 1249.
La sala, sin embargo, resplandecía como un ascua de oro, porque estaba iluminada con tres magníficos velones de Lucena de a cuatro mecheros cada uno y con algunas velas de cera que ardían en los candeleros de media docena de hermosas cornucopias, colgadas en las paredes sobre el rojo damasco que las tapizaba.
Quise mostrar mis conocimientos en materia de tañedores de guitarra, y le dije que había oído hablar con gran elogio de uno llamado el Niño de Lucena. Bien está. Paco de Lusena conosía er instrumento como denguno; pero tocaba solo palante, ¿sabuté?
El Barón se limitó a tomar la sutil cadenita de oro y la medalla de la Virgen de Araceli, patrona de la ciudad de Lucena, que en su imaginación creadora le había pertenecido cincuenta años antes, cuando la hermosa Rafaela fue concebida.
Por dicha llevaba yo, pendiente del cuello en una cadenita de oro muy sutil, una pequeña medalla de plata, representando la Virgen de Araceli, patrona de la ciudad de Lucena. Fijó el Barón la vista en la medalla y la tomó entre sus dedos, para examinarla mejor. ¿De dónde procede esta medalla? preguntó con curiosidad tal, que parecía embargar su espíritu y distraerle de los otros objetos.
El cabildo concedió á las casas de los señores de Alcaudete, de Aguilar, de Lucena y de Guadalcázar, del apellido de Córdoba, y á los descendientes de este glorioso tronco, la honrosa distincion del doble de la cepa, que consiste en hacer por ellos el doble ó toque de campanas con la principal de la torre, á la cual acompañan otras tres.
Palabra del Dia
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