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Actualizado: 28 de julio de 2025
Sus miradas se dirigen sin cesar hacia el camino, por donde, entre el polvo y el sol, las mujeres, vestidas con trajes claros, llegan a pie o en carruaje. ¿Buscas a Gertrudis? pregunta de improviso detrás de él la voz de Martín. Se estremece, violentamente sacado de su ensueño. ¿Pero qué tienes, muchacho? ¿Acaso te duele haber marrado el tiro, a estás durmiendo en pleno día?...
No solo encuentran en Marianas recursos y consuelos los náufragos que logran tras miles de riesgos y privaciones, ganar las hospitalarias costas, sino que también cuantos llegan á ellas empujados por cualquier otra desgracia. Jamás, jamás en Marianas se ha cerrado la puerta al dolor, ni el consuelo al sufrimiento.
Hay amores de levante, que entre huéspedes se tratan, que llegan presto al poniente, porque en el partirse acaban. El amor recién venido, que hoy llegó y se va mañana, las imágines no deja bien impresas en el alma. Pintura sobre pintura ni se muestra ni señala; y do hay primera belleza, la segunda no hace baza.
Ni mucho menos, Amaury; antes bien, la recuerdo con todos sus detalles y como tú no conoces éstos, me permitirás que te los cuente para que sepas hasta dónde llegan tus culpas para con tu amigo Felipe. Pero, hombre, ¿habrás sido capaz de venir a provocarme a un duelo retrospectivo? ¡Qué disparate!
Disponíanse a seguir este consejo, cuando vieron al papú esconderse de un salto en la yerba. ¿Qué ocurre?... ¿Llegan los arfakis? preguntó Cornelio, mirando en derredor suyo. No veo a nadie contestó el viejo. Pero en seguida se agachó bruscamente, haciendo señas a Cornelio de que le imitara, e indicándole, al mismo tiempo, que dirigiese la vista hacia lo alto de un árbol.
De este modo llegan á la mezquita mayor, y al mismo tiempo que los tristes musulmanes abandonan sus hogares para refugiarse en otras ciudades de Andalucía, los cristianos enarbolan la enseña vivificadora de la redencion juntamente con el estandarte real sobre el enhiesto alminar de Abde-r-rahman An-nasír, donde se invocaba y encomendaba á los cuatro vientos el nombre del falso profeta; y el ejército vencedor entona espontáneamente en su fervoroso entusiasmo el solemne Deus adjuva que acompañan electrizados, con lágrimas de júbilo en las megillas, los cautivos mozárabes redimidos.
Llegan coches y más coches, llegan los artistas que entran por otra puerta seguidos de amigos y admiradores. Paulita ya ha entrado y continúa Tadeo: Esas son las sobrinas del rico Capitan D, esas que vienen en el landó; ¿ves qué hermosas y sanas son?
Los que consiguen sobrevivir a tal causa y llegan a dar una velada en el Ateneo de Madrid, están salvados. El Ateneo es para los mosquitos el oxígeno. Cuando alguno anda alicaído, asfixiado por la indiferencia del público y a medio morir, no tiene más que venir a leer ante esta docta corporación, y se le verá inmediatamente revolotear lleno de vida y alegría.
Hay ocasiones en que llueve á destajo durante dos ó tres dias consecutivos, cayendo perpendicularmente los chorros de agua sin ser desviados por el menor soplo de viento: otras veces, nubarrones colosales se cruzan en tumulto por las bóvedas etéreas, y cuando llegan á entreabrirse, torrentes de lluvia se desploman con tal ímpetu y abundancia por el espacio de algunas horas, que la tierra se ve cubierta, hasta la altura de un pié, de aguas que se derraman luego muy lentamente.
El público responde siempre, y cuando se le sale al encuentro con la paciencia y tranquilidad necesarias para esperar a las muchedumbres, estas llegan, pasan y recogen lo que se les da.
Palabra del Dia
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