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Actualizado: 29 de mayo de 2025
4 También yo escogeré sus escarnios, y traeré sobre ellos lo que temieron; porque llamé, y nadie respondió; hablé, y no oyeron; e hicieron lo malo delante de mis ojos, y escogieron lo que a mí me desagrada.
11 Y llamé la sequedad sobre esta tierra, y sobre los montes, y sobre el trigo, y sobre el vino, y sobre el aceite, y sobre todo lo que la tierra produce; y sobre los hombres, y sobre las bestias, y sobre todo trabajo de manos.
Y, sin embargo, por una fatalidad que nos cuesta tantas lágrimas, siempre van dirigidos los más grandes tesoros de amor á las personas que menos los merecen. No, por Dios; no me llame usted ingrato respondió Lázaro, viendo que era ya imposible evadirse á las declaraciones que la teóloga exigía de un modo tan apremiante. Yo no soy ingrato, y menos con usted, que tan bondadosa ha sido conmigo.
Llamé; vino una mujer, a quien pregunté si podía comer algo; me dijo que esperara un momento. Hablamos; le expliqué quién era y a lo que iba, y a mis preguntas contestó dándome los informes que le pedía acerca del inquilino de nuestro caserío.
Llame usted a sus criados, llame usted a los vecinos, llame usted a todo el mundo para que se enteren de que ha provocado usted a un desgraciado joven para matarle no como hacen los caballeros, con riesgo igual de su vida, sino como los traidores y cobardes, buscando la ventaja para hurtar el cuerpo.
No habrá ocasión tan presto Cuando te llame a verme, Que presto la ha de haber, aunque ya es tarde. Y en pago, esposo, desto, Tan tuya quiero hacerme, Que entre mis brazos tu venida aguarde. ABIND. Huya el temor cobarde, Señora, de mi pecho, Si ese bien me prometes. JARIFA. Paso: no te inquietes, Que por ventura por mi bien se ha hecho; Que, viniendo secreto, Tendrán nuestros deseos dulce efeto.
14 Y él despertando, tomó al niño y a su madre de noche, y se fue a Egipto; 15 y estuvo allá hasta la muerte de Herodes: para que se cumpliese lo que fue dicho por el Señor, por el profeta que dijo: De Egipto llamé a mi Hijo.
Más tarde me acometió el deseo vanidoso de distinguirme entre mis compañeros: llamé a tres o cuatro muchachos que me conocían por haber recibido el periódico de mis manos, y les ordené que gritaran: «El primer número de La Abeja, con la defensa de la política de Felipe II en los Países Bajos.» Contra lo que imaginaba, tampoco causó efecto el nuevo pregón: solamente advertí que un grupo de jóvenes venía riendo y soltando chistes groseros a propósito de los Países Bajos, lo que me obligó a revocar la orden.
Se desvaneció la visión, encontrándose Moreno otra vez en la antigua casa de Pirovani, ante aquella mujer que tanto había deseado con el fervor que inspira lo que parece imposible de conseguir, y que le miraba en estos momentos con ojos devoradores. ¡Oh, París! dijo . ¡Cómo deseo verme allá con usted... Elena! Porque usted me permite que la llame ahora simplemente Elena... ¿no?
Y yo he visto el cerro quemado y las piedras dél, y la quemadura es de más de un cuarto de legua; y viendo esta admiracion, llamé en este pueblo de Chaca los indios é principales más ancianos, é preguntéles qué hobiese sido aquello de aquel cerro quemado, y ellos me dijeron esto que habeis oido.
Palabra del Dia
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