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Actualizado: 28 de mayo de 2025


No es menester ser profeta ni adivino para sacarlos. Y además, ni yo estoy enamorada de don Paco, ni él quizá esté enamorado de . ¿Para qué el casorio? ¿Qué vamos ganando en ello? ¿No comprendes que me pide es por un extremo de delicadeza? Yo se lo agradezco; me lisonjea mucho la prueba de aprecio que me da; pero no paso de agradecida y de lisonjeada.

Soledad no se mostraba ni alegre ni lisonjeada por esta charla arrulladora. Guardaba silencio, según su costumbre. Cuando le parecía que se dilataba demasiado ó se excedían en ella, la cortaba bruscamente. Sin embargo, las comadres no podían explicarse aquella súbita mutación de un modo natural. Para ellas fué indiscutible pronto que Soledad había apelado á las artes mágicas para lograrla.

Lisonjeada en su vanidad de madre, la pobre mujer rompió a llorar. Desde entonces la carrera de Andrés quedó fijada: fue poeta.

Amparo sonrió lisonjeada; pero hizo una fingida mueca de desdén. Lo mismo da. Ya sabes que me carga. Pues tiene muchos partidarios. ¡Calla! ¡calla! que ni ni él valéis un perro chico.... Anda; tráeme pronto esa gorra, y lárgate.

La primera persona que María Teresa percibió, fue a Huberto, quien, semioculto detrás de una tapicería de Beauvais, no quitaba los ojos de la puerta de entrada. La joven se sintió lisonjeada al verse así esperada. Martholl avanzó hacia ella en el momento en que, habiéndose quitado el amplio abrigo de pieles, apareció, fresca y luminosa, con su vestido de tul pálido.

Lisonjeada además y avergonzada de los ricos presentes que él le había hecho, quiso también hacerle uno, y entregó a su marido 30.000 reales que había ahorrado, a pesar de las muchas limosnas y obras de caridad que hacía.

Principió por donde debía, esto es, por imitar su humildad. Hasta entonces había sido modesta, aunque no tanto que no le gustase verse lisonjeada y aplaudida; mas a partir de esta época no sólo huyó toda alabanza con cuidado, sino que rechazó las que le dirigían y hasta procuró ocultar sus habilidades para quitar a los amigos la ocasión de ensalzarla.

La hermosa zagala, sin comprender lo que debía al rango de aquella familia esclarecida con que el cielo inesperadamente la había dotado, se aferraba en acordarse de los rudos labradores que la habían criado y en amarlos. Es más, en vez de sentirse lisonjeada con su nueva posición, semejaba despreciarla.

Pero no fue así: la nueva brigadiera rechazó indignamente la fija mirada de adoración que Miguel tenía como muda caricia posada constantemente sobre ella. En vez de agradecerla y de sentirse lisonjeada, comenzó a exclamar ásperamente en presencia de los criados: «¿Por qué me mirará tanto este niñoMiguel no comprendió en un principio que su madrastra le daba calabazas.

Doña Luz, sin enojarse, antes bien algo lisonjeada, contestó negando la validez del pronóstico, y asegurando, con modestia un poco fingida, que don Jaime, acostumbrado a ver en la corte tantas bellas mujeres, no repararía en ella ni le haría caso. Además dijo doña Luz , no haya miedo de que me pretenda ese caballero. Yo no soy lo que se llama un buen partido.

Palabra del Dia

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