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Actualizado: 25 de octubre de 2025
Los ángeles a porfía Al Santo azotes le dan Porque á Cicerón leía... Y Quevedo entonces, interrumpiéndolo, terminó la estrofa de esta manera: Cuerpo de Dios, ¡qué sería Si leyera á Montalbán! De las comedias manuscritas de Montalbán, del duque de Osuna, llevan fecha del año: La deshonra honrosa, 1622; Como padre y como Rey, 1629, y La ventura en el engaño, 9 de mayo de 1630.
Estaba leyendo un pequeño libro, y pasado el primer momento de expansión se apresuró á ocultarlo en uno de sus bolsillos, como si temiese que Aresti leyera la cubierta del volumen. Doña Cristina siguió al médico, quedando de pie cerca de los dos hombres, con ceño imponente, vigilando sus expansiones fraternales. Aresti se hacía explicar todos los síntomas de la enfermedad.
Estoy hecha una campesina, ¿verdad? dijo como si leyera en los ojos de Rafael el asombro por aquel cambio. La vida del campo obra estos milagros: un día un adorno, mañana otro, va una despojándose de todo lo que antes era como una parte del cuerpo. Me siento mejor así... ¿Creerá usted que hasta tengo abandonado mi tocador y allí se pierden cuantos perfumes traje?
Fue demasiado optimista en medio de su fiebre amorosa, no previendo algo siquiera de lo que estaba ocurriéndole; pero, ocurrido ya, ¿qué podría decirle a Luz sin que ella le leyera sus disgustos en la cara, ni presumiera tropiezos que la indujeran a descubrir otros mayores? No había que pensar en acercarse a ella mientras los horizontes de sus ideas no se despejaran algo más.
Respecto a condiciones morales, era lo que el vulgo llama un bendito. Su fidelidad a Manuela, aun en la época de su juventud, rayó en lo increíble, y con los hijos se caía de puro bueno. Uno de sus mayores placeres consistía en que Leocadia le leyera los periódicos, cuyas noticias de la guerra comentaba, como hablando consigo mismo, mientras liaba los pitillos que había de fumar al día siguiente.
Sus Memorias están bien escritas y me han interesado, pero no he leído nada de lo que se trata de religión, puesto que habla de ella bastante mal. No he querido que mi hijo leyera dichas Memorias, a pesar de que lo ha deseado mucho.
En aquellos tiempos, el repertorio de sus ideas se había enriquecido con una, muy firme, que no cesaba de manifestar en todas las ocasiones. «Nada, nada decía ; este D. Amadeo es una persona decente». Cuando el reloj dio las doce, retirose D. José, dejando La Correspondencia sobre la mesa, para que la leyera Melchor, que entraba siempre alrededor de las dos.
Esto es el dinero de los poetas; no se le puede tocar. Y el dormitorio volvió a quedar desnudo. Pero mientras que duró el dinero de los poetas, los que han acudido a Mistral han encontrado abierta su bolsa... Me había yo llevado a la alcoba el manuscrito de Calendal, e instele para que me leyera otro pasaje antes de dormirme. Mistral eligió el episodio de la loza.
Aquella animación de su cuñado era tan extemporánea, que más parecía un ataque de nervios. Sobre todo, la extraña sonrisa, parecida a una mueca, que no se le caía de los labios desde que leyera la gacetilla del Joven Sarriense, la hacía estremecerse en algunos momentos. Y llegó lo que era natural. Tras de aquella insana excitación, vino, al cabo de algunos días, un profundo y sombrío abatimiento.
Aquella pregunta, después de los otros preparativos, le hizo temer que el Ministro le buscara la bolsa. Conoció éste, como si se los leyera en la cara, sus recelos, y se apresuró a decirle, soltando la carcajada: No lo pregunto para pedírselos prestados, señor don Simón.... Amigo, los hombres ricos tienen ustedes la tranquilidad en un hilo.
Palabra del Dia
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