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Actualizado: 26 de septiembre de 2025
Bonito genio tengo yo para estas cosas... ¡Ah! ¡Pues si esa hiciera caso de mí, y se dejara llevar...! Lo que es ahora, yo le aseguro que sus dos o tres mil duros de pensión no se los quitaba nadie... Lo primerito que yo haría era plantarme en casa de doña Bárbara y leerle la cartilla bien leída... Y lo haré, lo haré, aunque esa simple no me autorice.
Isabel Aguiló, mujer de Pedro Juan Aguiló, de Pedro Juan, negociante; natural y vecina de esta Ciudad, de edad de veinte y ocho años; reconciliada y presa segunda vez por judaizante, relapsa; leída su sentencia con méritos, fue relajada al brazo seglar con confiscación de bienes, por hereje, apóstata, judaizante, relapsa, convicta, impenitente negativa.
Leida esta confesion delante de Benito, de los cardenales, prelados i demás personas presentes, entre quienes se hallaban los convertidos, mandó el antipapa que se hiciese lectura de los nuevos decretos que desde aquel punto establecia contra los judíos persistentes en la caduca lei.
Un día se fijó en que Manolita tenía unas hermosas mejillas de melocotón con ligera película, más fina que el terciopelo de a cuatro duros vara; otro, hizo la observación de que sus ojos eran «ardientes ascuas», imagen del dominio común de todos los novelistas por él conocidos, una noche hasta llegó a pensar, revolviéndose en su menguada cama de dependiente, que la hija de don Manuel estaría admirablemente formada, a juzgar por su «exterior escultural» otra frase cien veces leída , y el resultado de estas y otras observaciones fue confesarse a sí mismo que era «esclavo» de Manolita y la amaría «hasta la muerte».
Allí se desarrollaba con más soltura su imaginación, poblando de seres fantásticos el camino y las arboledas, conversando muchas veces en voz alta con las heroínas de unos amores ideales, arreglados conforme al patrón de la última novela leída. Una tarde, al finalizar el verano, subía Rafael la pequeña montaña de San Salvador, inmediata a la ciudad.
Tomás! y en que tantas glorias habían conquistado órdenes enemigas, digamos sus rivales. Este era el profesor que aquella mañana, leida la lista, mandaba decir la leccion de memoria, al pié de la letra, á muchos de los alumnos. Los fonógrafos funcionaban, unos bien otros mal, otros tartamudeaban, se apuntaban.
Adolfo miró a Coca... miró a Laura... miró la carta... miró al jardín... y repuso, cómicamente trágico: ¡Con el capitán Pérez! No quedaba la menor duda. En la carta leída varias veces sucesivamente y en voz alta por los tres hermanos hasta aprenderse el párrafo de memoria, Ignacio decía bien claro: «Se nos conceden unas cortas vacaciones que aprovecharé yendo a visitarlos al Tandil.
Con su mucha meditacion propuso algunas máxîmas que pueden ser útiles á un Filósofo Ecléctico, y por ellas se ve, que si Mallebranche sin atarse á sistema ninguno, leida la antigüedad, quitada la preocupacion, que la tuvo muy grande, contra Aristóteles, y la que mantuvo á favor de Cartesio, se hubiera dedicado á la Filosofía, acaso habria adelantado en ella con aprovechamiento del público.
Francisca Forteza, viuda de Jerónimo Terongí, botiguero; natural y vecina de esta Ciudad, de edad de treinta y nueve años, reconciliada y presa segunda vez, por judaizante, relapsa: leída su sentencia con méritos, fue relajada al brazo seglar, con confiscación de bienes, por hereje, apóstata, judaizante, relapsa, convicta.
Esta cancion leida en momentos solemnes en que muchas creencias flaqueaban, traducida en medio de estudios sérios que debian influir en los destinos de un pueblo, é interpretada con el auxilio de las «Palabras de un Creyente» que traían á la memoria las esperanzas de la primera edad, no dejó de contribuir en algo á robustecer mi fé en la doctrina de la verdad, y el triunfo definitivo de los buenos principios.
Palabra del Dia
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