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Actualizado: 22 de mayo de 2025
Tenga usted presente una cosa: hay que imponérsele, combatirle el abandono, las lecturas y no consentir que se ensimisme. Antes que dejarle caer en las melancolías, vale más darle un disgusto. Yo siempre le hablo gordo, y crea usted... me ha cogido miedo. Es lo que hace falta». ¡Pobrecito!... exclamó Fortunata . ¿Pero ve usted por dónde le ha dado?... Yo no he visto un desatinar semejante.
Tenía la inocente vanidad de que se le creyese un perezoso, y, en realidad, trabajaba intensamente, sin darle importancia, en un rincón de cualquier cafetín solitario, dando tregua a sus lecturas profundas y eruditas. Dedicó la mayor parte de sus horas a crearse una vida fantástica y únicamente interior, que para él tenía una absoluta realidad, como aquel M. Joyeuse, de Daudet.
Sin haber adquirido por lecturas noción alguna del verdadero arte, ni haber visto jamás sino mamarrachos, comprendía la superioridad de lo que a su vista se presentaba; y con admiración silenciosa, su vista iba de cuadro en cuadro, hallándolos todos, o casi todos, tan acabados y perfectos, que se prometió ir con frecuencia al edificio del Prado para saborear más aquel goce inefable que hasta entonces le fuera desconocido.
Elena ha empezado el inventario por el exterior; después llegará a lo principal.» Y me dio usted un cachetito en la mejilla. Era yo muy niña, pues tenía seis años; pero siento aún en el carrillo la dulzura de aquel cachetito consolador. Mi padre está ahora mejor y ha vuelto a todas sus costumbres de trabajo, a sus estudios y a sus lecturas.
Los guerreros femeninos empujaban con entusiasmo estas armas colosales, colgándose de los rayos de sus ruedas para hacerlas avanzar. Momaren, con la cabeza cubierta de vendajes y el aspecto dolorido, marchaba al frente de varios profesores que se imaginaban conocer por sus lecturas el manejo de tales monstruos de acero.
Toda la sal de este nombramiento, que por lo temprano parecía el agua del bautismo, estaba en que mi niño, atareado con sus clases de la Universidad y con aquellas lecturas de Filosofía de la Historia y de Derecho de Gentes a que se entregaba con furor, no ponía los pies en la oficina más que para cobrar los cuatrocientos diez y seis reales y pico que le regalábamos cada mes por su linda cara.
Don José continuaba firme en su afición a leer y comentar las noticias de la guerra, lecturas y comentarios en que acababa siempre maldiciendo contra el absolutismo y la lucha civil; Pepe, después de comer, permanecía un rato acompañándole, y estos eran los mejores momentos que el viejo pasaba, porque casi siempre estaban de acuerdo el padre y el hijo.
En vez de las pláticas morales que se usan y de las huecas y disparatadas declamaciones de sus colegas contra la ciencia y la razón, los sermones de nuestro escolapio trascendían fuertemente a lecturas modernísimas: en todos ellos procuraba demostrar directa o indirectamente que no existe incompatibilidad entre los adelantos de la ciencia y el dogma.
En mis diversos viajes he podido visitar las bibliotecas nacionales y extranjeras más ricas en obras de esta especie; he tenido ocasión de llenar las lagunas que no habían podido colmar mis lecturas; he reconocido ciertas fuentes de la historia del teatro español, ignoradas por completo hasta ahora y no poco curiosas, y por último, merced á mi residencia en España, me he familiarizado con su literatura dramática y arte teatral moderno.
Los soñadores y los eruditos de un siglo pedantesco amontonaban y comentaban los textos; y el descubrimiento, harto fácil en sí, se dificultaba á fuerza de lecturas, de reflexiones, de quiméricas utopías. ¿Era ó no era el paraíso esa tierra del oro? ¿Estaba situada en los antípodas? ¿Existían acaso dichos antípodas?... Al oir eso los doctores, los hombres de sotana, reprendían á los sabios, recordándoles que sobre el particular la doctrina de la Iglesia era formal, habiendo sido condenada expresamente la herejía de los antípodas.
Palabra del Dia
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