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Actualizado: 1 de junio de 2025
¿Qué demonio, qué demonio vas a hacer ahora metiéndote en León? exclamaba Perico . Tiempo tendrás de sobra, de sobra, para aburrirte... mira, aprovéchate ahora.... ¡Si estás muy bueno! Diez años, diez años te quitaron de encima las tales aguas. Ya sabía el pícaro lo que se hacía.
¡Calle el ventero! exclamó furioso ya el noble inglés. Ó mejor, id á decir á ese tan formidable caballero que aquí está y aquí se queda el barón León de Morel, porque así le place y sin que él ni nadie sea osado á impedírselo. ¡Id!
Eran cuatro los leones, dos en cada una de las fajas de levante y poniente, todos equidistantes, y desde cada leon al que tenia enfrente volteaba un grande arco, cuyo paramento avanzaba algunos piés sobre la zona inferior, y desde cada leon al que tenia á su lado volteaba otro grande arco figurado y que no avanzaba sobre el paramento del muro inferior.
La Socorro se hizo la indiferente inspeccionando la mesa. Que se besen volvió a decir el coro. Oíd, preciosos, ¿nos habéis traído para reiros de nosotras o a darnos de cenar? dijo la Amparo cada vez más irritada. Castro trató de calmarla. No hay motivo para enfadarse, Amparito. León, lo mismo que yo y todos los demás, desearíamos que los que nos sentemos a cenar fuésemos buenos amigos.
En él sabe que vive quien creía muerto, y surge en su pecho una lucha terrible entre los deberes que lo ligan á Mendo y su amor á Elvira; éste lo detiene algún tiempo antes de resolverse á inquietar á Payo. Entre tanto el rencoroso Grande, para vengarse del Rey, pide auxilio á los moros para atacar á León.
Pero el título bajo el cual hace sus cortas citas, demuestra que el manuscrito que tuvo á la mano no es el de fray Gregorio, original ó copia, sino un traslado de la que existe en el mismo códice L j 5 de la biblioteca del Escorial que guarda anónima la Segunda parte de la crónica del Perú de Cieza de Leon, y que el célebre historiador norte-americano recibiria probablemente con otro traslado de esa segunda parte, endosada por quien lo sacó de los papeles del lord Kingsborough á Juan de Sarmiento, y remitido de Lóndres por Mr.
Manolita, una chatilla de ojos negros y boca grande con dientes preciosos, preguntó a León qué hora era. Este, sacando el reloj, respondió que las diez y cuarto. El reloj del conde estaba parado: eran ya cerca de las doce. Esta equivocación hizo gozar vivamente a las niñas. Manolita, sobre todo, quería desvestirse de risa.
He aquí de qué modo: Era el año mil ochocientos cincuenta y cuatro. Don León no pareció un día por el colegio, lo cual causó cierta sorpresa al director, pues en los años que llevaba de enseñanza no había estado indispuesto una sola vez. Al día siguiente tampoco vino, y pensando pudiera hallarse enfermo le pasó un recado; pero don León no estaba en su casa, lo que le sorprendió todavía más.
Mariquita León es laboriosa, activa, despejada, y posee los bríos y la entereza convenientes para gobernar bien su casa y su hacienda y para hacerse respetar y temer de sus enemigos. Y no por eso tiene Mariquita nada de sargentón, de marimacho o de monja alférez.
EL MANCO LEON
Palabra del Dia
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