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Actualizado: 14 de julio de 2025
»Una mañana, en efecto, me hizo llamar a su habitación; me puse a sus órdenes, sin saber de lo que se trataba; mi corazón latía con violencia, mis piernas temblaban y tuve necesidad de detenerme algunos instantes antes de entrar en su gabinete, para disimular mi emoción. Mi tío estaba sentado cerca de una mesa y leía; al verme, dejó sus anteojos y su libro.
Se hizo tímido; cuando estaba solo con ella, el corazón le latía con violencia.
Digno descendiente de tantos famosos guerreros sajones, su corazón latía con violencia y hubiera deseado llegar á las manos con los piratas sin más tardanza. De pronto le pareció que una voz ronca le hablaba al oído, y volviéndose prontamente dirigió al timonel una mirada interrogadora.
Su corazón latía violentamente y poco faltaba para que la angustia la venciera. La voz del intendente seguía gritando con la misma violencia; pero la condesa hablaba al mismo tiempo que él, y Marta sólo pudo oír sonidos mezclados y confusos, y palabras sin ningún sentido. Creyó entender, sin embargo, que hablaban de Elena, del viejo conde y de su herencia.
La Esfinge tomó la tarjeta, púsola a conveniente luz, y clavó en el retrato la vista a través de sus anteojos, con una fijeza tan inalterable y dura, que Ángel hubiera jurado que le hacía daño en el pecho y que por eso latía su corazón tan desacompasadamente.
En todos, desde los más altos hasta los más humildes, desde el General en Jefe del Ejército hasta el último marinero de la escuadra, ha tenido la República fieles y valiosos auxiliares, y todos, en su esfera respectiva, se han distinguido por igual. Y es que en todos alentaba el mismo espíritu patriótico de los días de gloria... es que en el pecho de todos latía el corazón mambí....
Ya no tendrás que buscar los céntimos para la cama, mientras tu corazón latía penosamente como un viejo reloj desquiciado. La capa bohemia EL primer caballero que se terció esta capa para andar de aventuras y amoríos fué el gran Villón, el padre de la lírica francesa.
El creía ver todo esto, ¡pobre hombre! Su pipa, que el tiempo había vuelto negra como el ala de un halcón, había caído de su boca entreabierta, sin que él se diera cuenta; sus ojos se llenaban de lágrimas, su corazón latía con violencia.
Una punta de envidia latía en las miradas y las palabras. Otros, á impulsos del mismo sentimiento egoísta, se complacían en marcar un descenso en esta suerte maravillosa. Perdía y ganaba. Sus buenos golpes ya no eran tan seguidos como al principio; pero de todos modos, si se retiraba inmediatamente, tal vez se llevase trescientos mil francos.
No era una broma: la mirada agresiva de este personaje que siempre le había tratado con amable indiferencia, la sequedad de su voz, cierto temblor de su mano derecha, indicaban que había expresado todo su pensamiento, y que detrás de este pensamiento latía un odio enorme contra él. La sorpresa le hizo hablar con timidez.
Palabra del Dia
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