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De veras que debí darle la peseta... ¡Pobrecilla! Si mañana tuviera tiempo, la buscaría para dársela». El reloj de la Puerta del Sol dio la hora. Después Moreno advirtió el profundísimo silencio que le envolvía, y la idea de la soledad sucedió en su mente a las impresiones musicales. Figurábase que no existía nadie a su lado, que la casa estaba desierta, el barrio desierto, Madrid desierto.

Tratará de aprenderlo, y al ver que no es tan fácil como imaginara, tirará las agujas. Si aprende a tejer, lo que no me parece probable, hará unos cuantos puntos, y en cuanto la labor pierda su novedad, la dejará de lado... ¡Tengan por seguro que ya mañana no se acordará de su capricho! ¿Y si por rara eventualidad se empeña en tejer su colcha preguntó la madre y llega a esforzarse y se fatiga?

A su lado las palabras-promesas, palabras-manifiestos, regularmente coronadas, siempre escuchadas y creídas, pero tan ambiláteras como las otras; palabras-callos, endurecidas, incorregibles, que han de arrancarse de raíz si han de dejar de doler.

Qué singular contraste aquel con el de los riscos donde me encontraba! Era la imágen del caos al lado de la mas grande tranquilidad: era la naturaleza triste y silenciosa en presencia de la vida mas animada.

En efecto, el indiano se había levantado en silencio de la silla y, sorteando las parejas de baile, fue solapadamente a sentarse al lado de Fernanda.

Prométame que no abandonará usted a su anciano padre y que le permitirá morir a su ladoYo he caído a sus pies y le he pedido su bendición. Mi madre también estaba conmovida y me ha besado. Yo dudaba que su sensibilidad, embotada por el comercio con espíritus mezquinos, pudiese renacer a las dulces emociones de la naturaleza.

¡Bien! acepto su explicacion contestó el enfermo despues de una pausa; me he equivocado, pero, porque me he equivocado, ¿ese Dios ha de negar la libertad á un pueblo y ha de salvar á otros mucho más criminales que yo? ¿qué es mi error al lado del crímen de los gobernantes? ¿Por qué ese Dios ha de tener más en cuenta mi iniquidad que los clamores de tantos inocentes? ¿Por qué no me ha herido y despues hecho triunfar al pueblo? ¿Por qué dejar sufrir á tantos dignos y justos y complacerse inmóvil en sus torturas?

Se detuvo un instante, para añadir con gravedad, mirando á Robledo: Usted parece que da poca importancia á la riqueza, y si la busca es por satisfacer su deseo de acción, por dar empleo á sus energías. Pero no sabe lo que es ni lo que representa. Un hombre de su temple tiene pocas necesidades. Para conocer lo que vale el dinero y lo que puede dar de , se necesita vivir al lado de una mujer.

Todos corrieron hacia el lado opuesto al en que estaban Morsamor y Fréitas y hacia el punto en que la nueva Argo estaba asida al barco corsario. Con prodigiosa agilidad y con tal prontitud que no dieron tiempo para que se apercibiesen y cerrasen paso, saltaron todos en la galera.

«Usted dirá» volvió a indicar Joaquín, dejando a un lado la cajita y tomando las manos de Isidora. Esta se puso a temblar, tuvo miedo, porque Joaquín se le hizo más guapo, más seductor, más caballero, revistiéndose de todas las perfecciones imaginables. «¿Me porto mal dijo él con voz blanda ; me porto mal en pago de la ofensa que usted me hizo despidiéndome y diciéndome que no podía quererme?».