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Si no se llega a la unanimidad, entonces se somete el fallo a votación, se saca una caja de madera con dos compartimientos y dos ranuras. Junto a una de éstas hay pintada una lancha; al lado de la otra, una casa. La lancha quiere decir que se puede salir al mar; la casa, que hay que quedarse en tierra. La votación suele ser absolutamente secreta.

Pero la música es una voz del cielo y sólo se comprende bien cuando el cielo ha penetrado ya un poco en nuestro corazón. Por la acera de Recoletos bajaba Pinedo, aquel memorable personaje que vivía con un pie en el mundo aristocrático y otro en la clase media-covachuelista a la que en realidad pertenecía. Traía a su lado a una linda joven que debía de ser su hija, aunque Clementina no la conocía.

Aún no había salido del primer encantamiento de su existencia plácida, ordenada y tranquila al lado de Feli. La muchacha se revelaba como una excelente ama de casa. Descendía por las mañanas a la plazuela con mantón y cesta; después, pasábase el día con los brazos arremangados, cocinando, sacudiendo el polvo, repasando la escasa ropa de Isidro. Nunca había ido éste tan pulcro.

Aquella noche Cándida, la huesuda señorita que ya conocemos, en vez de ir a besar la mano al P. Melchor y sentarse a su lado y cuchichear toda la velada, fue a hacer lo mismo con el P. Norberto. ¿Por qué esta deserción? En la tertulia nadie lo sabía más que los interesados y D.ª Rita.

Quise obligarlo a que fuera a descansar, pero tenía miedo del sonido de mi voz y guardé silencio. A intervalos cada vez más cercanos, la parte alta de su cuerpo se balanceaba hacia un lado; a veces sus cabellos rozaban mi mejilla, y con la mano buscaba en torno suyo si no encontraría en alguna parte un apoyo.

Inútiles los ruegos de Nélida cuando, al volver en la madrugada, intentó ablandar a su hermano llamando a la puerta de su camarote. Se fingía dormido. Y ella había pasado el resto de la noche en una silla del comedor, a obscuras, invisible para los de la banda, que andaban divididos de un lado a otro con la agitación de la pelea reciente.

Sumido en la sombra de la Catedral, ocupaba un lado entero de la plazuela húmeda y estrecha que llamaban «La Corralada». Era el palacio un apéndice de la Basílica, coetáneo de la torre, pero de peor gusto, remendado muchas veces en el siglo pasado y el presente.

Sumérgese el viajero en vertiginoso abismo en el cual se derrumban montones de nieve como colinas; convertido en alud también, se desliza uno sobre los aludes, y ve desfilar al lado, como arrastrados por una tempestad, círculos, quebradas, promontorios. Las mismas cumbres parecen huir por el horizonte, arrebatadas en frenético torbellino, en una especie de galope infernal.

22 Y los otros salieron de la ciudad a su encuentro; y así fueron encerrados en medio de Israel, los unos por un lado, y los otros por la otra. 23 Y tomaron vivo al rey de Hai, y lo trajeron a Josué. 25 Y el número de los que cayeron aquel día, hombres y mujeres, fue doce mil, todos los varones de Hai.

En la cámara todo era confusión, lo mismo que en el combés. Los sanos asistían a los heridos, y éstos, molestados a la vez por sus dolores y por el movimiento del buque, que les impedía todo reposo, ofrecían tan triste aspecto, que a su vista era imposible entregarse al descanso. En un lado de la cámara yacían, cubiertos con el pabellón nacional, los oficiales muertos.