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Actualizado: 8 de julio de 2025
Al estar juntas, chismorreaban como novicias en asueto, que se enteran con curiosidad femenil de lo que ocurre más allá de las rejas. Pepita conocía la vida de aquel señorito, mezcla de matón clerical y de calavera rústico, que pasaba las noches en las casas del barrio de San Francisco y había sido conducido varias veces al juzgado por borracheras tumultuosas.
Viéndose frustrado el ladrón le dió un fuerte golpe en la sien que le hizo venir al suelo. D. Baltasar salió inmediatamente á dar parte al juzgado. Octavio, después de haber sorbido dos tazas de tila y de ceñirse la cabeza con un pañuelo empapado en árnica, se retiró á su habitación pidiendo que le dejasen descansar.
Prometió al Barrabás interesarse por su suerte, ver a los señores del Juzgado, por si era posible hacer algo en favor suyo. No lo descuides dijo el pilluelo con hipócrita seriedad . Será una buena acción; mis consortes son más culpables que yo. Si hubiese justicia, ya me habrían puesto en la calle. Pero en sus palabras notábase la falta de anhelo por salir.
Los agentes del ayuntamiento que allí estaban no la dejaron abrazarse al cadáver de su esposo porque el juez aún no había llegado. Los gritos de dolor de la pobre mujer partían el corazón de los espectadores. Cuando vino al fin el juzgado, se procedió al levantamiento del cadáver, se le colocó en un carro y emprendieron la marcha hacia la villa.
Apenas el Juzgado tomó asiento en la tienda, los pocos dependientes que aún quedaban en ella, como fieles guardianes de la ruina comercial, abalanzáronse a las puertas para cerrarlas, evitando de este modo la expectación molesta de los curiosos. El escribano había subido al piso principal para hacer ante la esposa de Cuadros las notificaciones consiguientes antes de comenzar el embargo.
En breve me admitió en calidad de consejero y colaborador. Desde este tiempo he estudiado concienzudamente el voluminoso legajo de su proceso, y he quedado convencido de que el pleito, que debe ser juzgado en última apelación, un día de estos, está completamente perdido de antemano.
Adoptaba siempre para acostarse posturas diversas y tan fantásticas en ocasiones, que excitaba la admiración de los que le miraban. Si no fuese por las pulgas y las moscas, el Canelo se hubiera juzgado con razón el perro más dichoso de la tierra.
Me he juzgado más firme de lo que soy en realidad. He creído que podría vivir sin estar rodeado de las atenciones á que estaba dulcemente acostumbrado y he visto después que me engañaba y que moriría de pena en la soledad. Muere; no vemos en ello ningún inconveniente. Habla por ti, querida prima; pero no en nombre de Mauricio.
-No sé historias -dijo don Quijote-, pero sé que es bueno ese juramento, en fee de que sé que es hombre de bien el señor barbero. -Cuando no lo fuera -dijo el cura-, yo le abono y salgo por él, que en este caso no hablará más que un mudo, so pena de pagar lo juzgado y sentenciado. -Y a vuestra merced, ¿quién le fía, señor cura? -dijo don Quijote.
Neptuno, porque a nadie sino a este había pedido él cita alguna; mas extrañábale, por lo mismo, la singular manera de su redacción y el empeño manifiesto que en ella se notaba de encubrir todo lo que pudiera denunciar su carácter masónico y hacerla tan sólo como una cita galante y misteriosa, según la había juzgado ya, engañándose por completo, la misma Currita.
Palabra del Dia
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