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Si algo en ella temía el engaño, veía el sofisma debajo de aquella gárrula turba de ideas sublevadas, que reclamaban supuestos derechos, Ana procuraba ahogarlo, y como engañándose a misma, la voluntad tomaba la resolución cobarde, egoísta, de «dejarse ir». Así llegó al teatro.

Sólo en los alrededores de la plaza vió sentadas algunas mujeres, como en las tardes plácidas de otros veranos. La mitad del vecindario había huído; la otra mitad permanecía en sus hogares, por rutina sedentaria, engañándose con un ciego optimismo.

Neptuno, porque a nadie sino a este había pedido él cita alguna; mas extrañábale, por lo mismo, la singular manera de su redacción y el empeño manifiesto que en ella se notaba de encubrir todo lo que pudiera denunciar su carácter masónico y hacerla tan sólo como una cita galante y misteriosa, según la había juzgado ya, engañándose por completo, la misma Currita.

Cuando soñaba con huir en su compañía al fondo de un retiro dulce y ameno, siempre era bajo el supuesto de seguir confesándose con él y subir al cielo juntos. Si la carne hablaba dentro de su ser, o no la escuchaba, o fingía no escucharla, engañándose a propia. Al llegar a la mansión del sacerdote, ordenó a su doncella que la aguardase en el portal: no tardaría en bajar. Llamó toda temblorosa.

Sólo la convicción del fracaso; la tristeza de haber creído en una dicha que él mismo se forjaba engañándose, y un profundo desgarrón en su dignidad, el arañazo del ridículo en que había vivido durante varios años, que él creía los mejores de su existencia. Vagó todo el día por Biarritz como un sonámbulo.

En las jóvenes la pintura es, en el fondo, una coquetería, y queda muy mal el coqueteo a cierta altura de la vida. El rasgo esencial de la vejez es un tranquilo desengaño, y causa risa ver una mujer engañándose a misma de que aun no está desengañada. El afeite en las viejas viene a ser algo así como una chochera pictórica.

A lo cual, ciego de furor mi padre, contestó atravesando con su espada a aquella criada traidora, y volviéndose luego a don Baltasar de Peralta, que deshonrado le había, aunque no hubiese sido sino engañándose, con él cerró, y a poco cayó mi padre sin vida, que menos diestro era que don Baltasar de Peralta y le furor le cegaba.

No me neguéis el único medio de salvaros de las celadas de vuestros enemigos. El intendente, engañándose respecto a la agitación del aya, le dijo con el tono de una resolución irrevocable: Vamos, Marta, estáis exagerando el peligro que me amenaza. En todo caso, la firma de la condesa es un medio infalible de defendernos victoriosamente contra sus proyectos perversos.