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Actualizado: 26 de junio de 2025
Aquel modo de mirar extraía la verdad como con tenazas; y ciertamente, la pecadora sentía que la mirada aquella la penetraba hasta lo más profundo, trincando todo lo que encontraba. ¿Pero no lo cree?... ¿Pero lo duda? añadió; y olvidándose de los buenos modales, iba a hacer la cruz con los dedos y a besárselos jurando por esta.
Ya en la calle se desahogó jurando terriblemente, hasta el punto de escandalizar á un guardia que hacía tranquilamente su servicio. Al principio anduvo sin objeto ni saber á dónde iba. La sangre le hervía y su cabeza parecía querer estallar. Aquel hombre frío había perdido la calma y se encontraba en uno de esos momentos en que no se da importancia á la vida, ni propia ni ajena.
¡Qué bruto!... Pues otra vez un criado de casa te quiso meter miedo cuando ibas al oscurecer á la iglesia á tocar la oración, disfrazándose con una sábana á modo de fantasma... ¡Pero bueno eras tú para dejarte meter miedo!... Así que estuvo cerca tomaste una piedra y se la tiraste á la cabeza con la mayor frescura. Vino descalabrado para casa, jurando que se las habías de pagar.
Primero Frasquita rogó, suplicó y lloró, mientras don Quintín aguantó, cruzado de brazos, jurando y perjurando que el origen de aquello debía de ser una broma pesada de algún mal intencionado; por último, exasperada la esposa, empuñó un formón viejo que servía para desclavar cajones, y amenazó enérgicamente a su marido, diciéndole: ¡Te mato cuando estés durmiendo, y luego me mato yo! ¡Vamos a salir en los papeles!
Ofreciose después la cuestión de alojamiento; en el colegio ya no podía permanecer; el brigadier pensó en la casa de su hermano Bernardo; pero habiéndole tocado el asunto con delicadeza, halló una acogida tan fría, quizá por la fama que Miguel tenía adquirida de travieso, que le dejó muy ofendido, y jurando no volver a pedir jamás un favor a su hermano.
Aquesto á mí Valero me digera, Tambien Garay del hecho se jactaba, Y en la Asumpcion á mí me lo contaba. Dejóle allí llorando su ventura, Y para que no pueda ir adelante La cosa asegurar así procura. Arrebata un agudo pujavante, Y jurando cumplió luego la jura. Despálmale la mula en un instante; La mula con dolor está gimiendo, Y Garay con los suyos vá riendo.
No miraron nada, antes el retor me dijo un responso; preguntó si estaba ya sin habla, y dijéronle que sí; y con tanto, se fueron desesperados de hallar rastro, jurando el retor de remitirle si le topasen, y el corregidor de ahorcarle fuese quien fuese. Levantéme de la cama, y hasta hoy no se ha acabado de solemnizar la burla en Alcalá.
Pero la joven volvió la cabeza, dobló la espalda y permaneció muda, aunque el intendente repitiera varias veces su amenaza; en su furor le golpeó con el puño la espalda y la cabeza y luego salió del cuarto, jurando y blasfemando. Se detuvo, sin embargo, en el corredor y se puso a reflexionar sobre su crítica situación.
Quien más murmuraba contra tales visitas era don Juan, el hermano austero, huraño y de pulcra rectitud; pero sus quejas fueron, recibidas tan acremente, que acabó jurando no volver a poner los pies en aquella casa. Quedó el médico dueño del campo.
¡Los milagros de la ilusión! Muchos de aquellos hombres habían trabajado otra vez en América, huyendo luego desalentados. Preferían la miseria en la patria a la vida vagabunda del peón en el Nuevo Mundo, y al volver a su país besaban el suelo con transportes de entusiasmo, jurando morir en él. «América para los americanos.
Palabra del Dia
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