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Actualizado: 5 de mayo de 2025
Entonces el anciano arrojó lejos de sí el luciente bisturí, y con las manos juntas, luchando con las lágrimas, se puso a rezar un Pater Noster. El mismo día, a eso de las doce, a través de los terrenos pantanosos que se extienden en varias millas al norte de Gromowo, un ligero carruaje de un caballo se dirigía hacia la pequeña ciudad.
Tiene tambien en la composicion de sus vocablos muchas consonantes juntas, como tch, ch, chl, jn, jl, jr, lj y ts, que producen sonidos sumamente ásperos: casi todas las voces terminan en vocal; las muy contadas que se apartan de la regla, finalizan en las consonantes l, n, w, p, s, en ch francesa y en ch castellana.
Guardó otra vez el lindo reloj esqueleto con cifras grabadas en ambos cristales, y volviendo los ojuelos a Lucía, añadió: Lo siento por usted; por usted, señora; ahora soy yo su escolta.... Lo mejor es que se venga usted conmigo; aquí tengo a mi hermana, a mi hermana, y las pondré a ustedes juntas.... No está.... No está bien una señora así, sola en una fonda....
Opusose luego á Cárlos su mayor y mas vecino enemigo, al Papa que amparaba y defendia su causa, y al Rey Don Jaime, que de hermano se le declaró enemigo, cuyas fuerzas juntas le acometieron y vencieron en batalla naval, con que la guerra se tuvo por acabada, y Don Fadrique por perdido.
De todos modos existía entre ambas una corriente de inquietud que las hacía padecer, por diverso modo, los ratos en que estaban juntas. D.ª Carmen cayó al fin en la cama para no levantarse. Clementina pasaba allí todo el día. El terrible momento se acercaba. Al fin una madrugada, entre dos y tres, llamaron con alarma en el hotel de Osorio dos criados del duque. La señora agonizaba.
Y cuando la pieza blanca caía en el abismo, el nadador iba a su alcance con la cabeza baja y las manos juntas en forma de proa, dejando la piragua balanceante detrás de sus pies con el impulso del salto. El cuerpo bronceado tomaba una claridad de marfil en el cristal verde de las aguas removidas.
Salieron todas juntas delante la Albornoz, apoyada en el brazo de Margarita; en mitad de la escalera volvióse aquella muy animada: Como despacharemos tarde, me llevaré a comer a mi ahijada. ¿Me da usted su permiso? ¡Pues no faltaba más, condesa! ¡Gracias, querida, gracias!...
Picaresca es en cierto modo La Regenta, lo que no excluye de ella la seriedad, en el fondo y en la forma, ni la descripción acertada de los más graves estados del alma humana. Y al propio tiempo, ¡qué feliz aleación de las bromas y las veras, fundidas juntas en el crisol de una lengua que no tiene semejante en la expresión equívoca ni en la gravedad socarrona!
Un espíritu bondadoso y amante como el suyo necesitaba creer en la bondad y en el amor. Al arrancarle esta última creencia sangraba de dolor. Una tarde se hallaban juntas y solas. La duquesa, inmóvil en la butaca, con la cabeza echada hacia atrás, escuchaba a su hijastra leer una historia devota, la aparición de la Virgen de la Saleta.
18 Y aconteció al tercer día después que yo di a luz, que ésta dio a luz también, y morábamos nosotras juntas; ninguno de fuera estaba en casa, sino nosotras dos en la casa. 23 El rey entonces dijo: Esta dice: Mi hijo es el que vive, y tu hijo es el muerto; y la otra dice: No, mas el tuyo es el muerto, y mi hijo es el que vive. 24 Entonces dijo el rey: Traedme un cuchillo.
Palabra del Dia
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