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En cambio, en el salón de baile su juiciosa conducta le había valido el apodo de Nuevo Continente. Y bien, Tumba de los secretos dijo la señora Chermidy con su ligero acento provenzal , ¿ha cumplido usted mi encargo? , señora. ¿Se trata de la tísica en cuestión? , de la señorita de La Tour de Embleuse.

Y aunque no llegue a oírte, por el rastro que va dejando aquí la vida que haces, tendrá que conocerla. Es el último estruendo de ella respondía la pecadora sonriendo . No lo dudes: estoy preparándome para ser juiciosa. De tarde en cuando desaparecía por una temporadita para visitar a Luz.

Arturo iba a ellas por cálculo; pero el desorden le disgustaba tanto como divertía a sus compañeros; su juiciosa frialdad contenía la locura de éstos, y acababa frecuentemente por hacerlos razonables: se le había llegado a considerar como un agua-fiestas, y, por último, había renunciado a tales diversiones.

Le dio la mano y se despidió. No hizo caso de la juiciosa advertencia. Pocos días después aparecía en El Independiente el primer artículo de la serie de tres que dedicaba al estudio de la obra poética de Rojas. Aunque hizo lo posible por moderarse y de buena fe pensó haberlo logrado, el estudio resultó un ataque violento que dejó estupefacto al mundo literario.

Me ocurrió averiguar si alguien había puesto los ojos en ella. Y diga usted, tía: ¿No ha tenido novio Angelina? ¡Por Dios, Rorró! ¡Desde el otro día estás con eso!.... No, señor. Angelina es una niña muy juiciosa. Angelina no tendrá más novio que aquel que llegue a ser su marido. No es ella capaz de jugar con el amor. Así lo creo, pero.... Dígame usted: ¿no ha tenido pretendientes? ¡Ah!

Había sido una determinación juiciosa. Pero ¿qué haría ahora que traído a su lado por la fuerza de los acontecimientos se vería mezclado de nuevo en su vida y sería testigo de las efusiones entre ella y su novio? Ante esta última suposición, María Teresa se sintió conmovida por una gran piedad. Por nada del mundo consentiría en afligir con tal espectáculo a este amigo que sufría por amarla.

El insigne D. Antonio Delgado ocupándose de nuestro D. Adan bajo el aspecto de anticuario, le califica de personaje poco conocido, pero, sin duda, de vasta instrucción y juiciosa crítica; el licenciado Rodrigo Caro compara alguno de sus trabajos con los de Isaac Casaubón y J. Scaligero, Hübner le distingue entre sus coetaneos, el marqués de Valde Flores le llama muy docto caballero; el Padre Barco le califica de muy sabio y erudito y muy instruido en todo género de letras; por último, D. Nicolas Antonio, dice: que añadió á la nobleza heredada de sus mayores, el clarísimo ornamento de su amor y estudio de las bellas letras, y que por sus conocimientos de la antigüedad y por su erudición, fué justamente tenido en grande estima entre los príncipes de la literatura de nuestra Patria en su siglo ...

Es usted exageradamente juiciosa... Sépalo, señorita: yo no tengo más que un deseo, ahora que tengo que dejarla: el de volverla a encontrar. Y no solamente para continuar una relación agradable, sino porque la adoro. ¡No se retire, María Teresa, se lo ruego!... , yo la amo a usted, y mi más ardiente deseo es el de obtener su mano...

Mi idea es esta: ver si es usted una persona juiciosa, y si como persona juiciosa comprende que esto del casorio es una botaratada; ni más ni menos... Y si lo reconoce así, pretendo, esta, esta es la cosa, que usted misma sea quien se lo quite de la cabeza... ni menos ni más. Fortunata conocía La Dama de las Camelias, por haberla oído leer.

Casi creí juiciosa la idea extravagante del sansimoniano Padre Enfantín de no conceder sino madres a los seres humanos y de suponerles un padre ideal para que imitasen mejor a Cristo. No era Lucía de este parecer. No poco traslució de los pasos que había yo dado y del mal éxito que habían tenido. Su amargura hubo de ser grande. La opinión que de tenía hubo también de malearse mucho.