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Actualizado: 23 de junio de 2025


Juguete de sus pasiones, parecía que lo único que podría retenerle era el castigo en la vida futura; pero ese temor no le preocupa, puesto que al mismo tiempo que se le amenaza con el fuego eterno, se le dice de qué manera lo puede evitar, sin dejar de practicar el mal. La inmoralidad de las novenas

Tan cierto es esto, como que los Lioneses no se distinguen sino en esa especie de juguete artístico, que llamaré arte de capricho ó de la moda, ajeno á toda inspiracion, y que se manifiesta en los preciosos dibujos de las sederías que salen de las ochocientas pequeñas fábricas de Lyon.

Los personajes de Don Lucas, fatuo instruído, ostentoso y pedante, y de su hermana, la solterona Alfonsa, vieja y presumida, son, como caricaturas burlescas, de todo punto inimitables; las escenas ridículas de la posada, en donde los diversos huéspedes, engañados por la obscuridad, se equivocan del modo más extraño al acudir á sus citas, bastan para mover á risa al más triste hipocondriaco; y el enredo ó la trama de la misma comedia, esto es, el empeño de Don Lucas en casarse con una dama joven y bella, sirviendo de juguete á ésta y á su propio sobrino, se describen con habilidad y gracia incomparables.

Aunque el precio era sin comparación mucho más subido, a D. Luis se le figuraba, que si cedía iba a remedar a Esaú y a vender su primogenitura, y a deslustrar su gloria. Por lo general, los hombres solemos ser juguete de las circunstancias; nos dejamos llevar de la corriente y no nos dirigimos sin vacilar a un punto.

El conde de Onís, el coloso de luengas barbas fue un verdadero juguete en las manos de aquella mujercita temeraria y maligna. Una pasión loca se apoderó de ambos, sobre todo de ella. Poco a poco se fue acostumbrando a no vivir sin él, a no pasarse un día sin verle a solas. Hacía esfuerzos increíbles de ingenio y habilidad para conseguirlo.

Sin poder ni querer sofocar los impulsos de la imaginación, siguió complaciéndose en recordar lo que sintió por Cristeta, semejante al niño que, tras haber destrozado un juguete, se obstina, desvive y rabia por recomponerlo y restaurarlo.

Pues mirad, yo me había irritado con vos y con él... en el momento que supe que habíais herido á don Rodrigo. ¿Por amor á don Rodrigo? No, porque vi... porque adiviné la verdad. Que don Rodrigo había caído á causa de la reina... y me dije: me han tomado por juguete.

No contento con esas armas de juguete, consiguió que el capitán de un buque inglés, anclado en el puerto, le proporcionara un capacete, una espada y una armadura; se descubrió su proyecto, y corrió por la ciudad el rumor de que se habían conjurado los esclavos para rebelarse, siendo esto causa de que el populacho enfurecido asesinara á muchos cristianos.

Su primera impresión fue una pena tan grande y convicción tan honda de haber sido juguete de un capricho, que consideró inútil todo esfuerzo y baldía toda tentativa para recobrar el bien perdido: después, a las lágrimas de la decepción sucedieron las quejas de la vanidad mortificada; se agriaron los celos y pretendió olvidarle.

Estaba en el caso del niño que, deseando un juguete, ambiciona el primero que ve, y luego se satisface, contenta y entretiene con cualquiera otro que le dan. La táctica de Carolina estribó en hacerle creer que le consideraba como hombre conquistador, enamoradizo, mujeriego y rumboso; y comenzó a mirarle del modo más dulce y hechicero que supo, diciéndole: ¡Ya, ya, ni que fuéramos tontas!

Palabra del Dia

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