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Actualizado: 23 de junio de 2025
En todas las edades de la vida tenemos los hombres algo de niños, y siempre hay un «juguete» que nos llega cuando y por donde menos lo pensamos, que nos sorprende y nos encanta y nos preocupa, y hasta «nos hace buenos...» y además tontos.
Facundo, genio bárbaro, se apodera de su país; las tradiciones de gobierno desaparecen, las formas se degradan, las leyes son un juguete en manos torpes; y en medio de esta destrucción efectuada por las pisadas de los caballos, nada se sustituye, nada se establece. El desahogo, la desocupación y la incuria son el bien supremo del gaucho.
Soy un verdadero juguete de las circunstancias; cuyo torrente no pude nunca resistir, y que así me envolvieron como envuelven los violentos remolinos de una ola al inexperto nadador que se arrojó incauto en la pérfida corriente del caudaloso río.
Y más vale así, porque mis compatricios me han desesperado tanto, que si yo lo hubiese tomado más por lo serio, hubiera sido cosa de armarme de una caja de fósforos y de una lata de petróleo y de pegar fuego al lugar. Conque así, mejor es que yo tome a vuecencia por juguete que no me le pegue fuego. Prefiero el fuego a la burla que ahora quieres hacer de mí.
Ni un minuto recordó al duro y bronceado abuelo tendido allá junto al paredón.... A menudo se ve al niño, deshecho en lágrimas al pie del cadáver de su madre, consolarse con un juguete o un cartucho de dulces; quizás vuelvan más adelante la tristeza y el recuerdo, pero la impresión capital del dolor ya se ha borrado para siempre. Así Perucho.
Al borrarse instantáneamente la visión blanca, columbró la agitación de un pañuelo y creyó oír un gemido. Los andenes de la estación estaban desiertos, lóbregos. Sólo brillaban las estrellas rojas de unos cuantos faroles, astros perdidos en las tinieblas, bajo el enorme caparazón de hierro de la techumbre. En la vía central una locomotora y un vagón, que, aislados, parecían un juguete.
Pulido, en su vasta sabiduría, conoce estas yerbas antiguas y todas las palabras modernas de las Facultades de Berlín, París y Estocolmo. No creas que mi enfermedad ha sido cosa de juguete. Durante una semana estuve muy malita. ¡Y me entró una tristeza!
Tú y yo no hemos mamado la misma leche ni hemos tenido los mismos principios. Por eso no nos entendemos. Si algún resentimiento tienes conmigo, como yo jamás te he tenido miedo ninguno, podemos resolverlo cuando quieras. Mira, aquí traigo este juguete para castigar a los desvergonzados. Al mismo tiempo sacó del bolsillo una llave inglesa y la puso sobre la mesa.
Había colocado, al hablar, una pierna sobra otra con desenfado varonil, y en la punta de uno de sus pies danzaba una babucha roja, de alto tacón dorado, diminuta como un juguete y cubierta de gruesos bordados. A Gallardo le zumbaban los oídos, se le nublaba la vista: sólo alcanzaba a distinguir unos ojos claros fijos en él con una expresión entre acariciadora e irónica.
Me ha costado Dios y ayuda hacer entrar en razón al Sr. Izquierdo. Por fin se contenta con seis mil quinientos reales. Lo que sobra de los diez mil reales es para mí, que bien me lo he sabido ganar... Con que mañana, yo iré después de medio día; ve tú también con los santos cuartos. Púsose Jacinta muy contenga. Había realizado su antojo; ya tenía su juguete.
Palabra del Dia
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