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Actualizado: 22 de junio de 2025
No la vi salir, pero me han contado que parecía una muerta, apoyada en el brazo de Valeria... Aseguran que sufre del corazón... Lo que yo digo: no es jugador todo el que pretende serlo; se necesita un organismo fuerte. «La Generala» juega menos, pero tiene más serenidad, unas entrañas sólidas. Miguel durmió mal. Estaba indignado contra Alicia.
Yo apostaría a que es un jugador dedicado al ejercicio de la cábala sobre un plano de la ruleta. La ruleta viene a ser algo así como un segundo sistema planetario. Se trata de descubrir sus leyes y de fundar una ciencia que sea, con relación a la ruleta, lo que es la Astronomía con relación al Universo.
Sin contar la pelota, que todas los pueblos la juegan, y entre los indios era una pasión, como que creyeron que el buen jugador era hombre venido del ciclo, y que los dioses mexicanos, que eran diferentes de los dioses griegos, bajaban a decirle cómo debía tirar la pelota y recogerla. Lo de la pelota, que es muy curioso, será para otro día.
Jacobo Melín, de oficio jugador, después de un silencioso viaje en la misma diligencia que la maestra, arrojó una botella a la cabeza de un apreciable colega, por el atrevimiento de mentar su nombre en una taberna.
No está la dificultad en comprender sino en atinar. El jugador de ajedrez. Sobieski. Las víboras de Aníbal. Hay en este punto una particularidad muy digna de notarse, y que tal vez no ha sido observada; y es que muchas verdades no son difíciles en sí y que sin embargo á nadie se ocurren sino á los hombres de talento.
A la manera que el jugador saca las piezas del ajedrez y las va poniendo sobre el tablero de casillas blancas y negras, así fue sacando sus ideas. Tenía por pareja a sí mismo en aquel juego... «Adelante un peón». «¡Te has lucido! ¡Campaña como esta...! ¿Cuánto tiempo hace que estás en España? A poco más, año completo. ¿Y para qué? Para nada. ¡Pobre hombre!
En los Estados Unidos, un rey de no sé qué artículo daba cien mil dólares por una silla, para seguir de cerca mi juego irresistible. Jamás se pagó tanto por ver los pelos de un concertista ó los brillantes de una tiple. ¿Y Monte-Carlo? preguntó Novoa, interesado por estos delirios del jugador. A él llegamos. Lo había guardado para el final, pensando en el dinero que dejé aquí.
El verdadero lord Lewis, personaje grave que sostenía el prestigio del nombre paterno, tenía numerosos hijos y había servido á su país en altos puestos coloniales. El, poco á poco, iba perdiendo sus antiguas relaciones, para no ser mas que un jugador en Monte-Carlo. ¡Veinticinco años! había dicho melancólicamente un día al príncipe . ¡Y jamás podré hacer otra cosa!
El príncipe conocía el significado de estas ráfagas de curiosidad: un jugador ganaba ó perdía de un modo extraordinario. Cierto nombre llegando vagamente á sus oídos hizo que su atención se concentrase. La duquesa de Delille... Doscientos mil francos... Todos los que tenían permiso para jugar en los salones privados se precipitaban hacia la gran puerta de cristales que da acceso á ellos.
Y si pierdes definitivamente, encuentras lo necesario para recomenzar. Yo no sé como es, pero un jugador nunca carece de dinero. Una simple moneda rehace su situación en cinco minutos. El pobre que no juega es el que ve siempre sus bolsillos vacíos, sin esperanza ni remedio. Miguel siguió protestando con la mirada.
Palabra del Dia
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