Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 28 de junio de 2025
¿A casa?... Le diré a usted lo que sucede para que me tenga lástima, mucha lástima. Mañana tengo baile y cena, una solemnidad de familia, absolutamente indispensable. Ya he repartido las invitaciones... ¡verá usted qué chasco! Hija, deme usted por Dios un vaso de agua, porque no puedo hablar. Ayer le mando llamar.
El honorable padre de la Moñotieso, como hombre versado en sus deberes, sin esperar invitaciones, sacó a su otra hija al centro de la habitación y comenzó el baile con ella. Rafael se alejó prudentemente, después de beber dos copas. No quería estorbar la fiesta con su presencia.
Muchos jóvenes de las mejores familias, que al principio habían cortado sayos a Emma, a Bonis y Marta, ahora callaban y hasta llegaban a defender a los de Reyes y a sus amigos, porque algunas sonrisas de la Gorgheggi, insinuaciones provocativas, aunque espirituales de Marta, y, especialmente, invitaciones para saraos y banquetes de Emma, los habían convertido.
El dinero que él lograba aportar desaparecía como un arroyo en un arenal. Pero «la bella Elena» encontraba lógica y correcta esta manera de vivir, como si fuese la de todas las personas de su amistad. Acogió Torrebianca alegremente el encuentro de un sobre con sello de Italia entre las cartas de los acreedores y las invitaciones para fiestas. Es de mamá dijo en voz baja.
El lord ha llegado mientras Su Alteza estaba en el jardín. Viene á almorzar. ¡Simpático inglés! Ocurrírsele escoger este día, espontáneamente, después de tantas invitaciones inútiles. Estando él presente, Castro sólo hablaba del juego. Y corrió en busca de Lewis. Era hijo de un gran historiador, al que su patria había premiado con el título de lord.
Si inquieto y preocupado andaba el tío Manolo, no lo estaba menos la intendenta; a más del temor natural de que se desluciesen por culpa de los otros sus reconocidas y acatadas facultades de cantante, el negocio de las invitaciones le daba mucha guerra; para no agraviar a ninguna se habían convidado más personas de las que cabían en el salón; cuando empezó a llegar la gente hubo algunos disgustos; varias señoras se vieron obligadas a quedarse de pie por falta de asiento y algunas se marcharon muy desabridas antes de comenzar la fiesta. ¡Buenos irían poniendo a los Trujillo!
Ojeda repelió con terquedad estas invitaciones al «gran poeta» para que recitase algunas de sus obras.
De pronto, sin razón ostensible, cinco o seis familias fijan su día de recepción, donde se baila, se conversa, se pasan noches deliciosas. De tiempo en tiempo, un gran baile, tan lujoso y brillante como en cualquiera capital europea, o entre nosotros. Mis primeras impresiones al aceptar invitaciones de ese género o pagar visitas, fueron realmente curiosas.
Varias parientas ricas, que tenía doña Luz en Sevilla y en Madrid, la habían invitado a que se fuera a vivir con ellas: pero, o bien porque así fuese en verdad, o porque doña Luz lo sospechaba, las invitaciones habían sido más que de corazón por cumplimiento.
Esto no impedía que ella, o alguno de sus hijos, o todos, incluso el aperador, aunque no hijo, sino padre, estuviesen convidados con frecuencia a la mesa de la familia, a la cual se sentaban asimismo el mulero y otros cuando estaban en el lugar, y a la cual la señora Petra y la Juana se atribuían el derecho, y no se descuidaban en ejercerle, de hacer las invitaciones que se les antojaban.
Palabra del Dia
Otros Mirando