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Actualizado: 14 de mayo de 2025


Los inválidos del mar amarrados en los puertos como hierro viejo obtenían precios fabulosos. Buques encallados y olvidados en costas remotas eran puestos á flote por empresas que ganaban millones con esta resurrección. Otros sumergidos en los mares tropicales se veían devueltos á la superficie después de una permanencia de diez años debajo del agua, reanudando sus viajes.

Los dos inválidos de la lucha con la tierra no encontraban otra satisfacción en su miseria que el excelente carácter de Rafael. Como dos perros viejos, a los que se reserva por lástima un poco de pitanza, esperaban la hora de la muerte en su tugurio junto al portalón del cortijo. Sólo la bondad del nuevo aperador hacía llevadera su suerte.

Bajo el punto de vista del aseo, la comodidad, la extension y el órden, no hay en Europa hospitales que puedan rivalizar con los de Inglaterra. Tal parece como si esa nacion, ostentosa en todo, hubiese querido alojar lujosamente aún á los inválidos y miserables acogidos á la caridad pública.

Mansard fué el arquitecto de Versalles, uno de los mayores héroes que contribuyeron á la grandeza y á la gloria de Luis XIV. Sin embargo, creo que más que el alcázar de Versalles, vale la cúpula de los Inválidos. Creo que Mansard es más grande, mucho más grande, en esa cúpula que en aquel alcázar. Cuando aparto los ojos de esa media naranja, siento pesar. Es esbelta, atrevida, grandiosa.

Aquella mujer era Josefina. La visita de los Inválidos me deja sin aliento para emprender la descripcion de Santa Genoveva. Esta descripcion será la tarea de otro dia, porque no debo ser mezquino con un monumento tan espléndido. La historia de su orígen es una página bellísima de la historia del hombre, y necesito reposarme un poco.

Tenía, para divertirme, unos juguetes viejos que habían pertenecido a mi madre y a mi tío. Estos juguetes que pasan de generación en generación, tienen un aspecto muy triste. El arca de Noé de mi tío Juan era un arca melancólica; a un caballo le faltaba una pata; a un elefante, la trompa; al gallo, la cresta. Era un arca de Noé que más parecía un cuartel de inválidos.

Había ciertas señales: la ojera, que ella tenía muy pronunciada, los ojitos un poco entornados, los labios secos... y otras, y otras. El jefe de inválidos volvió a deslizarse. D.ª Eloisa estaba en brasas, y otra vez le llamó al orden con voz angustiosa. Sucedía esto muy a menudo. D. Martín gozaba lo indecible colóreando las mejillas de las damas con sus frases atrevidas.

Y llegan otros, desarrapados y tristes inválidos de cuerpo y ulcerados de corazón, inventores preteridos, soldados sin fortuna, viejas meretrices, traductores, poetas vitaliciamente inéditos, todas las almas en sombras, y los perfiles contorcidos de los fracasados del arte, del amor y de la vida.

Antes de hablar de las cosas grandes que hay dentro, diré dos palabras de una cosa muy bella que hay fuera, en lo alto del edificio, recibiendo la luz del sol y de las estrellas. Aludo á la media naranja de los Inválidos.

aquí el frente: la calle Real, recta, ancha, elegante, casas altísimas y bellas, palacios, carruajes, árboles: al concluir la calle, y todo en línea recta, las esplendentes fuentes de la plaza de la Concordia, el obelisco traido de Egipto, el puente del mismo nombre de la plaza, y cerrando el cuadro, el Palacio de los Diputados, por detras del cual asoma su alta cabeza la cúpula del cuartel de Inválidos.

Palabra del Dia

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