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Actualizado: 30 de abril de 2025
Lo poco que don Juan oyó del acto primero, se le hizo interminable. ¡Y qué malo! Arte para la galería, espectáculo propio de pueblos atrasados; lo de siempre: la dama perseguida, el traidor eterno, el vulgar gracioso. Por supuesto, que Lope o Alarcón no le hubieran aquel día parecido mejores. Miró hacia el palco muchas veces, y en dos notó que ella le correspondía con amables sonrisas.
El mar, que visto desde lo alto del buque sólo estaba rizado por suaves ondulaciones, era ahora una interminable sucesión de montañas enormes de angustioso descenso y de sombríos valles, en los que el bote parecía que iba á quedarse inmóvil, sin fuerzas para emprender la ascensión de la nueva cumbre que venía á su encuentro. Los tres hombres remaron varias horas.
Y el agua de la fuente cae con un manso susurro interminable... El cielo se nubla; relampaguea; caen sonoros goterones sobre la parra. Y un chubasco se deshace en hilos brilladores entre los pámpanos. Verdú mira el sol que de nuevo ha vuelto a surgir tras la borrasca. Don Víctor, en un rincón, siempre inmóvil, siempre triste, muy triste, se acaricia en silencio sus blancas patillas ralas.
En las charcas del río, las ranas comenzaban a templar sus instrumentos de dos notas para la interminable sinfonía de la noche; en la inmediata carretera sonaba el chirrido de los carros. La humedad del sombrío arbolado empapaba las ropas de Juanito, adormeciéndole.
La soledad habitual en su torre de la costa le hacía necesario ver gentes. Además, el domingo resultaba para él, hombre sin ocupaciones, un día monótono, fastidioso, interminable. Este descanso de los demás era su tormento.
Reaccioné recordando el deber de estudiar de cerca el Canal de Panamá para informar a quien correspondía, y seguí adelante. Una sola calle habitable; a cada dos pasos, un bar-room americano, los mostradores de estaño, las llaves de cerveza, botellas, vasos de toda forma, manojos de canutos pajizos y la lista interminable de las bebidas heladas inventadas por los yanquis.
Tal es, en compendio, todo el poema de FAUSTO, del cual sólo la primera parte va aquí traducida. Sería tarea interminable si nos pusiéramos a hablar de cada una de sus escenas y a buscar interpretaciones. Sin interpretación alguna, como ya hemos dicho, todo tiene un sentido simbólico inmediato por demás trasparente. No hay que interpretar el poema hasta leerle.
Si parlanchín era el pastor, no le iba en zaga el maestro. Ambos emprendían una interminable conversación, y los discípulos abandonaban los bancos para oirles de cerca ó iban á jugar con las ovejas que rumiaban la hierba de los ribazos cercanos. A don Joaquín le inspiraba gran simpatía el viejo.
Desde aquel instante el inteligente Sturm disponíase a cambiar la marcha, y apenas doblaba la esquina partía al galope, repitiéndose los mismos hechos a la vuelta. El instinto de Sturm era admirable. Después del interminable invierno que había pasado Amaury en Alemania, sentíase renacer a nueva vida y era su corazón tan sensible como en la adolescencia.
Nada me importa que perezca el gobierno de las mujeres, que triunfen los hombres ó que la guerra sea interminable. Lo único que me interesa es mi amor. »Además, gentleman, este país me parece inmensamente triste y empiezo á aborrecer á los que lo habitan.
Palabra del Dia
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