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Actualizado: 24 de mayo de 2025
No, amigo mío: se escribe por fiebre, por enfermedad; se escribe también por consuelo, por desahogo, por verdadero remedio. ¿Quién podrá explicar a cuál de los dos instintos deban referirse esas inspiraciones que vas a leer? ¿Ni quién puede jamás, en medio de las borrascas de la vida, explicarse, comprenderse a sí mismo, darse cuenta de los resortes que han movido a su mente, ni de las ideas que han presidido a sus inspiraciones?
Pero la dulzura poética del solitario de la Umbría, su santidad soñadora, no cabe en el carácter positivo y práctico de un vasco. Ya que se dedica á Dios, ha de ser con un objeto terrenal e inmediato. Bueno es ser santo, pero debe servir para algo que se vea y se toque. Los instintos de hombre de pelea renacen en él.
Y como comprendía que usted habría sabido hacerla feliz, la soberbia, el amor, los celos, todas las pasiones, todos los instintos de mi raza, de mi naturaleza, se sublevaban amenazadores. ¡Tú me prometiste ayer la dije con acento amargo que no me dejarías, porque eres mi esposa, y ahora quieres matarte!... Ella no lo negó. Déjame morir fue su respuesta; eso será mejor para todos.
¡Ser Prim! ¡Ilusión de los hijos del pueblo en los primeros albores de la ambición, cuando los instintos de gloria comienzan a despuntar en el alma, entre el torpe balbucir de la lengua y el retoñar, casi insensible, de las pasiones!
Es preciso que esté muy borracho, es preciso que tenga instintos verdaderamente malos o rencores muy profundos, para que atente contra la vida de su adversario. Su objeto es sólo marcarlo, darle una tajada en la cara, dejarle una señal indeleble. Así se ve a estos gauchos llenos de cicatrices que rara vez son profundas.
Santa Cruz miraba esta sala con cierto orgullo, viendo en ella como un testimonio de su esplendidez; pero al mismo tiempo solía ridiculizar a Fortunata por su mal gusto. Ciertamente que para vestirse tenía instintos de elegancia; pero en muebles y decoración de casa desbarraba. En suma, que ella tendría todas las cualidades que quisiera; pero lo que es chic no tenía.
La madre de ella era una mujer vulgar, de cortas luces y de instintos groseros. Adoraba a su hija, pero continuamente y con honda amargura se lamentaba de los sacrificios que por ella hacía, de las privaciones que sufría y de la desconsolada vejez y triste muerte que iba a tener en medio de tanta pobreza.
Si el lector no se ha olvidado del baqueano y de las cualidades generales que constituyen el candidato para la comandancia de campaña, comprenderá fácilmente el carácter e instintos de Artigas. Un día Artigas, con sus gauchos, se separó del general Rondeau y empezó a hacerle la guerra.
De los sentimientos de esta criatura, que yo conocía y apreciaba; de la cristiana resignación, de la angélica bondad de su alma. De la conducta de estos dos, de sus instintos sanguinarios, de su complicidad en el mal a que viven consagrados. Nadie que la haya conocido creerá nunca que sea ella misma quien se ha dado muerte.
Mal, muy mal le supo al de Rufete la sujeción, porque sobre todos sus instintos malos y buenos dominaba el de la vagancia y el gusto de correr por calles y caminos, con cierto afán como de buscar aventuras. La mortificación de su amor propio al ver que le eran muy superiores niños de menos edad que él, aumentaba el horror que hacia el colegio y su maldito profesor sentía.
Palabra del Dia
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