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Actualizado: 24 de mayo de 2025
Saliendo de su patria con instintos generosos, se metaliza en los Estados Unidos, si la fortuna le protege, y vuelve Yankee por todos cuatro costados. Un Francés se hace Turco ó Chino, si es necesario, adquiriendo todas las condiciones de la raza ó la sociedad adoptiva, con rara facilidad. La Francesa, muy al contrario, conserva su personalidad en todas partes.
Era don Pedro un presbítero natural de Ecija, que vivía en Sevilla y hombre de no muy buenos instintos y peores mañas, cuyo fin fué al cabo lamentable.
La prueba mejor de que tiene buen natural y que sus instintos son finos y distinguidos es que, en vez de enamorarse de cualquier pilluelo de su edad, ha preferido un hombre maduro como yo, educado en una esfera más elevada que la suya. Su falta tiene, pues, origen en las cualidades más admirables de su corazón.
El cabecilla de don Carlos le miró con una especie de curiosidad burlona, con la compasión desdeñosa con que los viejos miran casi siempre las ilusiones y los arrebatos de la juventud. Durante algún tiempo le dejó trabajar libremente en la viña del Señor; la inocencia y la bondad de Gil apagaban sus instintos malignos.
Todos saben que Francia es un pueblo dotado de ciertos instintos de igualdad política, igualdad que tiene tantos monumentos en su historia, que tanto trabaja su espíritu, que no deja de tener alguna forma práctica en la constitucion social y en las costumbres; hasta en el establecimiento del imperio. No obstante, la industria y el comercio de este país son enteramente aristocráticos.
Pero de no ser así, hay que conservarla entre hierros, acosarla, acabar con su fuerza, romperla las uñas, arrancarla los dientes, y cuando la vejez y la debilidad hayan convertido la pantera en un perro manso y débil, entonces, ¡puerta abierta! ¡libertad completa! Y si los instintos del pasado renacen en ella, bastará un puntapié para volverla al orden.
O bien que, al disculparme yo, ella aceptase como buena y como plausible mi disculpa, y entonces la elevación de su moralidad se relajaría, siendo yo su maestra y su iniciadora en liviandades; o bien que ella, con severo criterio, allá en el centro de su alma y aunque no me lo dijese, rechazara mis disculpas, y tal vez sospechara, a pesar suyo, que yo le daba lecciones infames, y que, acaso sin querer, pero arrastrada por mis instintos perversos, ansiaba rebajarla a mi nivel, aunque sólo fuese para que ella mejor me amase.
Obedecieron los sabios pensando que no era prudente despertar «los instintos salvajes del hombre primitivo emocional.» La misa duró una buena hora. Paulatinamente iban perdiendo la gana de hacer observaciones antropológicas y sintiendo la necesidad de restaurar el estómago, pues eran ya las doce del día.
Desarrolláronse en Lope, para que nada en él faltara, instintos de existencia burguesa al sentirse propietario, y en su nueva casa vivió en paz y calma con su mujer y su muy amado hijo Carlos, durante un período no muy largo, que había de ser cerrado por la muerte.
La Virgen que me salvó por tu recomendación bien podía haber intercedido algo más en favor mío, ablandando a mis guardianes. Los infelices creían salvar al mundo dando suelta a los instintos de bestia que duermen en nosotros como restos del pasado... Después, en plena libertad, la vida ha sido más dolorosa que la muerte.
Palabra del Dia
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