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Actualizado: 2 de junio de 2025


La profunda impresion que me ha producido, puedes suponerla; y habiendo pedido permiso á los socios para abandonar por mi parte el proyecto, y venir á ofrecerte mis recursos, todos instantáneamente han seguido mi ejemplo; todos han dicho que arrostraban con gusto el riesgo de aplazar sus operaciones, y de sacrificar su ganancia hasta que hubieses salido airoso del negocio.

¡Jesús, qué diablos de hombres! ¡Me habéis asustado! exclamó Flora pasando instantáneamente del enojo á la risa. Demetria no dijo nada, pero clavó sus grandes ojos límpidos en Nolo con expresión amorosa.

Serán los brazos de sus padres, ó de un hermano mayor, ó de un criado; será una silla si está en su casa, será un monton de piedras si se halla en el campo; de todo se vale, en todo descubre la relacion del medio con el fin. Cuando el fin se presenta, su atencion se vuelve instantáneamente hácia el medio; la idea general, busca un caso en que individualizarse.

Las dos últimas palabras de Quevedo fueron sombrías. Después de pronunciarlas, inclinó la cabeza sobre el pecho, é instantáneamente la levantó, dejando ver en sus enormes y poderosos ojos negros una expresión de soberbia y de blasfemia tales que aterraron á doña Catalina. ¡Oh! ¡qué soy yo para ti! dijo la joven comprendiendo la mirada de Quevedo. ... ¿qué puedes ser , Catalina?

Hubo una pausa y Manolo volvió á decir: Dame otro medio. Con la misma calma y silencio, Soledad se levantó de nuevo y escanció otro vaso, que el joven apuró instantáneamente.

Su rostro se obscureció á impulsos de alguna poderosa emoción que pudo sin embargo dominar instantáneamente, merced á un esfuerzo de su voluntad, y de tal modo, que excepto un rápido instante, la expresión de su rostro habría parecido completamente tranquila. Después de un breve momento, la convulsión fué casi imperceptible, hasta que al fin se desvaneció totalmente.

Arriba, el cielo sin una nube, límpido, como si su azul lo hubieran lavado las últimas lluvias, con una diafanidad que absorbía y borraba instantáneamente el humo de las chimeneas. Abajo, en los declives que conducen al Manzanares, grandes masas de vegetación: las arboledas del Campo del Moro, de la Virgen del Puerto, de la cuesta de la Vega.

Yaguaí no estaba allí. Yaguaí avanzó por éste, no obstante; y un momento después lo mordian en una pata, mientras rápidas sombras corrían a todos lados. Yaguaí vió lo que era; e instantáneamente, en plena barbarie de bosque tropical y miseria, surgieron los ojos brillantes, el rabo alto y duro, y la actitud batalladora del admirable perro inglés.

En la cabecera, una cruz con letras grabadas profundamente á punta de cuchillo, obra piadosa de los compañeros de armas. «Desnoyers...» Luego, en abreviaturas militares, el grado, el regimiento y la compañía. Un largo silencio. Doña Luisa se había arrodillado instantáneamente, con los ojos fijos en la cruz: unos ojos enormes, de córneas enrojecidas, y que no podían llorar.

Compraron el periódico, y Maltrana leyó a la luz de un farol el sumario, en letras grandes, que encabezaba el relato del suceso. Habíase hundido en las primeras horas de la mañana aquel edificio en el que trabajaba el señor José. Instantáneamente tuvo Maltrana el presentimiento de la desgracia.

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