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Actualizado: 1 de mayo de 2025
Y como la historia, por falta de testigos, documentos justificativos y otras pruebas, quedaría en no pocas interioridades incompleta y obscura, voy en adelante a prescindir del método histórico y a seguir el método novelesco, penetrando, con el auxilio del numen que inspira a los novelistas, si logro que también me inspire, así en el alma de los personajes como en los más apartados sitios donde ellos viven, sin atenerme sólo a lo que el Vizconde o yo podríamos averiguar vulgar y humanamente.
Así, en Los Siete Tratados no habrá quien no note la imitación de Miguel de Montaigne y el amor que á Montalvo inspira; y así en El espectador, se advierte que Montalvo, prendado de Addison, propende á imitarle hasta en el nombre ó título de su obra.
En la casa de D. Enrique vive también una dama joven llamada Clara, que, desde el primer instante, inspira á Macías la pasión más viva. El enamorado se informa del objeto de su pasión de un caballero de la corte, y oye de sus labios la respuesta siguiente: Doña Clara es mi prometida, la prometida de D. Tello.
Algun dia lo describiré; pero hoy me es imposible; porque me inspira miedo, real y verdaderamente miedo. Vivienda de prodigios y de asombro Donde vive agobiada la memoria, Como el gigante á quien oprime el hombro El peso horrible de su horrible historia.
Las había sabias como la doctora, elegantes como Freya, venerables y con un apellido célebre, para obtener la confianza que inspira una viuda noble. Eran numerosas, pero no se conocían unas á otras. Algunas veces se tropezaban en el mundo, se presentían, pero cada una continuaba su camino, empujadas en distintas direcciones por la fuerza omnipotente y oculta.
Este se enfurece y renuncia á su Laura; sin embargo, no le es posible desterrar por completo de su pecho el amor que le inspira, y, fingiendo ser Octavio, se desliza bajo de sus ventanas, para convencerse de su infidelidad, puesto que duda de ésta, á pesar de las apariencias que la confirman.
Parece extranjera. Será mujer de algún diplomático. Al salir del palacio la vio en la acera, disponiéndose a subir en una berlina. Un ujier del Congreso sostenía la portezuela con el respeto que inspira el coche oficial, el galón de oro brillante en el sombrero de los cocheros. Rafael se aproximaba, creyendo todavía a la vista de aquel carruaje en una asombrosa semejanza.
Pero no: ¿qué he pensado yo, qué he mirado, qué he celebrado en Pepita, por donde nadie pueda colegir que propendo a sentir por ella algo que no sea amistad y aquella inocente y limpia admiración que inspira una obra de arte, y más si la obra es del Artífice soberano y nada menos que su templo?
¿Y el Bardo arrebatado Que invoca realidades, No ha de poder osado Anticipar edades Del tiempo en la penumbra, Cuando su mente alumbra Inspiracion mas fiel? ¿La losa de la tumba Levantará mi lira? Oid: el viento zumba, El Hacedor me inspira, Siento su soplo ardiente Que en alas del ambiente El polvo hace tremer. ¡Campeones inmortales!
Las de las otras catedrales son porquerías si se comparan con las nuestras; mentiras, inventadas muchas de ellas por la envidia que inspira nuestra Iglesia Primada. ¿Ves estas otras que son rojas?
Palabra del Dia
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