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Os doy las gracias le dijo , por lo honrado que habéis sido; me habéis salvado, después de haberme perdido, y os perdono enteramente. Existiendo lo que entre los dos existe, ¿no podré saber quién sois? No contestó con voz ronca el duque. No insisto; pero juradme que nada tengo que temer por mi hijo. El será grande y noble. Oíd; yo quiero alguna vez conocerle. No es prudente.

Pero a ella no se le podían dar tales razones. Señorito dijo Petra, que a pesar de su resolución reciente, sintió en el orgullo una herida de tres pulgadas no necesita apurarse tanto para convencerme de que debo irme de esta casa. No, hija, lo que es, si lo tomas por donde quema, yo no insisto.

Busco el modo de conciliarlo todo ¿comprende usted por qué insisto? Mi deseo es hacer su gusto, pero no me es posible encontrar una ocupación en seguida. Necesito un trabajo honorable, de poca sujeción, y que produzca bastante para justificar mi deserción... es difícil. Veamos, reflexione: con mis ocho mil pesos de renta y su dote, tenemos la existencia asegurada.

De todos modos insisto en aconsejar a usted que no se arredre y que siga escribiendo.

No... si no son tonteras... Ustedes son dos enfermos; yo soy el «médico», y es justo que haga clínica, apreciando en todo su valor hasta el síntoma menos importante para otro ojo menos experto. ¡Y en vez de clínica, haces tonteras... insisto! Gracias por la amabilidad. ¿Vas a resentirte? ¡Qué esperanza! Nada más agradable que verse tratado así por un amigo...

En media hora escasa se las aprende usted de memoria. En lo que yo insisto es en que, como español, me abochorno de que los españoles no hayamos contribuído con ninguna invención al progreso del calzado. No hay una ciencia y un arte zapateriles propiamente españoles.

Como usted quiera, no insisto en ello... En cuanto a su invitación, hago tanto caso de ella como esto... Y golpeó con su varilla sus botas que chorreaban agua . Sepa usted que esperaré no sólo ese guardacostas, sino otro que debe llegar del Este. ¡Les esperarás! ¡virgen santa! ¡les esperarás! ¡Oh San Francisco, rogad por !

Será necesario probaros que obro de buena fe dijo el duque y por lo tanto insisto; tomad esta cruz, llevádsela á vuestro sobrino Juan Montiño, y decidle que venga mañana á recibir la real cédula de mi mano. Muchas mercedes, señor dijo Montiño tomando la cruz. Pero esto no basta; vuestro sobrino será pobre. Lo es en efecto, señor. ¿Y qué puede hacérsele? Es valiente... ¿No más que valiente?...

No insisto repuso el médico , porque no quiero que me tenga usted por imprudente; pero le aseguro que, sin ese temor, más de dos veces le hubiera preguntado, en estos últimos días, por los motivos de un desaliento que no ha podido usted disimular. Despertaba esta declaración de Neluco la idea, no dormida enteramente en , de confesarme con él, como Facia se había confesado conmigo.

¡! exclamó con tanto asombro como cólera . Ya no me acordaba que eres servidor de mi famosa parienta la condesa. ¿Conque la sacaste ? Y la volveré a sacar. bromeas... no pienses que me apuro mucho... ¿Crees que insisto en casarme con ella?... Pues ahora de mejores veras debes poner los pies en polvorosa, porque voy a contarle a mamá tu hazaña... Francamente, yo creí que era una calumnia.