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Actualizado: 5 de junio de 2025


En fin aquellos hombres acabaron por no entenderse, y fué preciso encerrarlos de nuevo en sus tumbas para que no se desacreditasen y no perdiesen sus títulos á la inmortalidad. Lo que veia el uno no acertaba á verlo el otro, aquel reputaba á este por estúpido, y este á su vez le pagaba con la misma moneda.

De no estar el millonario, hubiera hecho la cuestión personal y en nombre de la inmortalidad del alma y de la moral cristiana, hubiese atizado unos cuantos puñetazos al impío, luciendo ante las señoras sus energías de apóstol. Aresti, arrastrado por el entusiasmo, no podía callarse.

Olvidóse por un momento de sus apuros y de las piruetas de Pepay, para considerar ¡que todo lo que se contenía en aquellas gradas había salido de su fecunda cabeza en momentos de inspiracion! ¡Cuántas ideas originales, cuántos pensamientos sublimes, cuantos medios salvadores de la miseria filipina! ¡La inmortalidad y la gratitud del país las tenía él seguras!

El P. Gil hacía esfuerzos desesperados por arrojarla de su cerebro, aunque inútilmente. Cayó de nuevo en aquel estado angustioso de duda en que le dejaran los libros de exegesis bíblica, mucho más angustioso y miserable porque se veía lanzado en pleno materialismo, lejos de la idea de Dios y de la inmortalidad.

Su concepción de la justicia los llevaría a substituir, en la historia, la inmortalidad del grande hombre, bien con la identidad de todos en el olvido común, bien con la memoria igualitaria de Mitrídates, de quien se cuenta que conservaba en el recuerdo los nombres de todos sus soldados.

Un modesto coche de movimientos repulsivos nos condujo por el húmedo y melancólico valle, en cuarenta minutos, á la célebre ciudad de Altorf, capital del Canton, donde Guillermo Tell ganó la inmortalidad con la famosa proeza de la manzana y la flecha.

Ya lograr esto, es lograr muchísimo. El que lo logra merece admiración y aplauso y hasta mueve a envidia, a quien no tiene el alma desinteresada y generosa: pero desde este triunfo fugitivo hasta la inmortalidad gloriosa y hasta conseguir la victoria sobre aquellos autores, a quienes ha venerado el mundo durante largos siglos y a quienes han ensalzado muchas generaciones de críticos, hay enorme distancia, sobre la cual nadie puede dar un brinco sin caer en lo absurdo.

En el interior se veian numerosos y humildísimos sepulcros casi á flor de tierra, en medio de los cuales se destacaban innumerables cruces negras coronadas de guirnaldas, y con hojas negras de laton en que se veian en letras blancas ó amarillas los nombres de los que reposaban en la paz de la inmortalidad.

Había tanta elocuencia en esos monumentos de tan vulgar ejecucion, tal candor en el culto que les tributan los humildes y pobres habitantes de Altorf, y tantos motivos para comprender el valor de esa sublime virtud que se llama el patriotismo!... Esa inmortalidad de un nombre y una leyenda al traves de tantos siglos, y esa elocuencia de dos toscas estatuas en el fondo de un pobre valle de Suiza, inmortalidad comprendida y elocuencia bien sentida por dos almas viajeras nacidas en el corazon de los Andes, ¿no eran las mejores pruebas de que el patriotismo no es un delirio sino una gran virtud, una religion, y que la gloria no es una quimera, sino una eterna auréola de los grandes caractéres y de los pueblos libres?

El había creído que cada paso dado en la Corte sería un paso dado hacia su futuro engrandecimiento é inmortalidad. El club patriótico más célebre de España le había abierto sus puertas, ofreciéndole una tribuna, un pedestal: la fortuna parecía haberle allanado todos los caminos, y después... Pero no podía acusar á la fortuna.

Palabra del Dia

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