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Actualizado: 3 de mayo de 2025
Y el gran Conjunto, amigo Don Francisco, el gran Conjunto... es uno, porque no hay más, y tiene los atributos de un ser infinitamente infinito. Nosotros, en montón, componemos la humanidad: somos los átomos que forman el gran todo; somos parte mínima de Dios, parte minúscula, y nos renovamos como en nuestro cuerpo se renuevan los átomos de la cochina materia... ¿se va usted enterando?...
Yo he matado tigres, dijo tranquilamente Tragomer, y la cosa no es tan terrible... Usted no hace justicia á Sorege; es infinitamente más terrible. Jacobo había asistido á todo este diálogo sin pronunciar ni una palabra y como absorto en sus reflexiones. Se hubiera podido creer que no oía.
¡Hum! me sonreí Sería muy largo, infinitamente largo de contar... En fin, me voy. María Elvira fijó aún los ojos en mí, y su expresión, preocupada y atenta, se tornó sombría. Concluyamos, me dije. Y adelánteme: Bueno, María Elvira... Me tendió lentamente la mano, una mano fría y húmeda, de jaqueca. Antes de irse me dijo ¿no me quiere decir por qué se va? Su voz había bajado un tono.
No tuve la curiosidad de ver cuánto tardamos en la travesía; pero á mí me pareció sumamente larga. Excuso decir que á mi mujer la pareció infinitamente más larga que á mí, porque no se fija en las cosas con la intencion de estudiar y aprender, sino con el ahinco, franca y netamente español, de hacer burla de los franceses, y el aliciente de la murmuracion dura poco.
Amaba infinitamente más a Mercurio que a Venus. Su afición al juego, a toda clase de juegos, era tan desmedida que bien podía decirse que su vida entera estaba consagrada a ella, que había nacido para jugar. Vivía solo, con ama de llaves, criado y cocinera.
Como suspensos é inanimados, si es que no me habían abandonado por completo, se hallaban un cierto don y una cierta facultad; y á no haber tenido la conciencia de que me era dado evocar, cuando quisiera, todo lo que realmente tenía algún valor en lo pasado, mi posición habría sido infinitamente triste y desconsoladora.
«Sin embargo, ó Dios mio, vos habeis hecho algo fuera de vos; porque yo no soy vos, y disto infinitamente de serlo. ¿Cuándo pues me habeis hecho? ¿es que no erais antes de hacerme? pero qué digo! héme aquí recayendo en mi ilusion, y en las cuestiones de tiempo. Hablo de vos como de mí, ó de algun otro ser pasagero, al que pudiese medir conmigo.
En consecuencia flirteé con una amiga suya, mucho más fea, pero infinitamente menos hábil para estas torturas del tête-a-tête a diez centímetros, cuya gracia exclusiva consiste en enloquecer a su flirt, manteniéndose uno dueño de sí. Y esta vez no fuí yo quien se exasperó. Seguro, pues, del triunfo, pensé entonces en el modo de romper con Inés.
La niña le respondió igualmente en voz baja, con mucha amabilidad. Carmen era una niña hermosa, infinitamente más hermosa que su padre. Acababa de cumplir los diez y ocho años, y era blanca como la leche y rubia como el oro. Su madre también lo era.
Un Dios infinitamente perfecto no puede complacerse en engañar á sus criaturas. Esta es la teoría de Descartes y Malebranche: pensadores eminentes que no sabian dar un paso en el órden intelectual sin dirigir una mirada al Autor de todas las luces, que no acertaban á escribir una página donde no pusiesen la palabra Dios.
Palabra del Dia
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