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Actualizado: 20 de junio de 2025
Soy ya una sombra; pero el genio de la belleza y la armonía velan aun mi sueño como en los dias de mis reyes. La naturaleza no me ha sido nunca infiel: ciñó de flores mi cuna y está ciñendo de flores mi sepulcro; á cada paso que doy hácia la tumba hace brotar bajo mis pies una vegetacion mas caprichosa.
En cuanto a Bonis... ni en rigor le quería tan mal como al otro, ni había pensado concretamente hasta entonces en un gran castigo para él; sólo se le había ocurrido tenerle siempre en un potro, tratarle como a un esclavo a quien amenazase un tormento que él no acababa de conocer; mas la mirada y la sonrisa de Minghetti aclararon como un relámpago la conciencia de Emma, que vio de repente en qué podía consistir el castigo de su infiel esposo.
Doña Violante se ha puesto en camino en este intervalo para buscar á su infiel amante, y para expiarlo mejor, ha entrado á servir en Vallecas, pueblo inmediato á Madrid, á un labrador que se dedica á hacer pan, que ella ha de vender diariamente en la capital.
Había sido de una virtud inconmovible, hasta en el campo, donde las personas, rodeadas de bestias y enriqueciéndose con su procreación, parecen contaminarse de la amoralidad de los rebaños. ¡Ella que se acordaba tanto de su padre!... Su misma hermana debía vivir menos tranquila con el vanidoso Karl, capaz de ser infiel sin deseo alguno, sólo por imitar los gestos de los poderosos.
Esta ficción excita en alto grado nuestro interés, y la serie de escenas en que la heroina se nos presenta, ya arrebatada de su pasión amorosa, ya airada y celosa, lo aumenta aún más á la conclusión, en que se descubre y quiere renunciar á su amante, á quien cree infiel, moviendo entonces al padre, admirado de su generosidad, á dar su aprobación á su enlace con su hijo.
Por la saña del Egipcio, y los reiterados perdones que le pedia la dama, coligió que él era zeloso y ella infiel; pero habiendo contemplado á la muger, que era una beldad peregrina, y que ademas se parecia algo á la desventurada Astarte, se sintió movido de compasion en favor de ella, y de horror contra el Egipcio.
Por más infiel que sea Judit, no me arrepiento de haberme arruinado por ella... Pero ser por ella enriquecido es demasiada humillación para mí.
Por la tarde, cuando por primera vez había venido la esposa infiel a la casa, no lo había hecho. D. Álvaro no pronunció una palabra. Cogió con mano convulsa por un brazo al sacerdote y le hizo entrar en su gabinete. Luego cerró con cuidado la puerta. ¿A qué viene esa mujer? preguntó haciendo inútiles esfuerzos por aparecer sosegado. La voz salía de su garganta débil y ronca.
Yo conozco estos versos, pero no recuerdo el nombre del autor... Venga usted al socorro de mi memoria infiel, Francisca. Esos versos son de uno de mis autores favoritos parodió Francisca. Son de Ronsard... ¡De Ronsard! exclamó la Roubinet sofocada. Sí, señorita terminó Francisca, rabie usted... Usted no nos ha dado más que Laprade... Y repitió con una mueca desdeñosa: Laprade...
Y recordando aquel gerundio que tanto efecto había hecho en otra ocasión, resumía diciendo: De todas maneras, eso de vivir bajo el mismo techo que cobija a la viuda infiel de su mejor amigo es... ¡es nauseabundo! Y nadie se atrevía a negarlo. Todos aquellos escrúpulos que tenía la tertulia de los Vegallana, habían atormentado también a la Regenta.
Palabra del Dia
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