Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 10 de mayo de 2025
La fama de sus enormes riquezas le había atraído muchas peticiones, hasta de las personas más veneradas por él en otro tiempo. Pero aunque la princesa, generosa hasta la inconsciencia, le dejaba el manejo de sus bienes, Saldaña, con una rigidez caballeresca, se consideraba sin derechos sobre el dinero de su esposa, y poco á poco había huído de los pedigüeños.
Llegaba después de media noche, diciendo que había comido con unos amigos. Otras veces no volvía; y transcurridos varios días, se presentaba tranquilamente, como si hubiese salido horas antes, con la serena inconsciencia de un perrillo vagabundo. Nadie podía saber con certeza dónde había estado.
Los hombres se mostraban peores al volver á sus casas durante una paz momentánea. Habían olvidado el valor de la vida humana. Además, todos eran alcohólicos. Durante sus campañas, los gobernantes les facilitaban en abundancia el vino y los licores fuertes, sabiendo que un hombre en la inconsciencia de la embriaguez teme menos á la muerte.
La joven estaba sencillamente influida por el genio aventurero de su raza, por el desconocimiento de los obstáculos que caracteriza á las grandes fortunas y por la inconsciencia de las leyes que es propia de la mujer. ¿Ir á Numea? preguntó Sorege con su voz falsa. ¡Triste expedición!
Vivía aún, estaba cierto de ello, pero su vida era anormal, extraña, una larga vida de sombra e inconsciencia, con ligeros intervalos de luz. Abría los ojos y era de noche. El ventanillo estaba negro y la llama del candil lo coloreaba todo de inquietas manchas rojas que danzaban agarradas a las sombras. Volvía a abrirlos cuando sólo consideraba transcurridos unos instantes, y era ya de día.
Cualquier día levantaría ella el vuelo; lo había dicho muchas veces, se marcharía pronto, cuando terminase la primavera. ¿Qué le quedaba a él?... Obedecer a su madre; se casaría y tal vez esto le distrajese. Poco a poco iría creciendo su afecto por Remedios y tal vez llegase a amarla con el tiempo. Estas reflexiones le daban un poco de tranquilidad; le sumían en una inconsciencia agradable.
Abrió entre sus manos grasas y carnudas un libro cuyas páginas alumbraba un monigote con un cirio, y eruptó sobre el cadáver en latín bárbaro y gangoso algunos rezos con la pasmosa inconsciencia de un loro.
Esta divina inconsciencia le ha librado de comprender que los camastros de la Posada del Peine son más propios para cenobitas, que gustan de atormentar el cuerpo, que para gente voluptuosa que guste de dormir a pierna suelta. Tampoco aquel su suntuoso alzacuellos de obispo era el último alarido del dandysmo ni de la comodidad. Pero de todas las menguas le salvaba su imaginación.
Al entrar Fernando en su camarote experimentó una gran sorpresa viendo el retrato de Teri... Luego se avergonzó de la inconsciencia en que vivía, semejante a la del ebrio que recuerda los propios asuntos cual si fuesen de otra persona.
Y ese zonzo de seguro que apenas lleguemos le va a contar no sólo lo de Alemania, sino lo del buque; lo tuyo también. ¡Ay!, ¿qué va a ser de mí? Ella, que en su valerosa inconsciencia no temía a nadie de los que la rodeaban, temblaba con sólo el recuerdo de este hermano, al que había podido apreciar en un breve viaje a la Argentina realizado tres años antes acompañando a su padre.
Palabra del Dia
Otros Mirando