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Actualizado: 10 de mayo de 2025
El mundo injusto y cruel como siempre condena a aquella pobre mujer, la persigue y la maldice. Sin embargo apuntó la condesa que presumía de dialéctica sutil , la responsabilidad que el mundo exige a la mujer no se funda precisamente en la conciencia o inconsciencia de su capricho, sino en las consecuencias que consigo arrastra.
Su célebre amigo estaba acaparado por la atención general y no venía a sentarse a su lado cual otras veces. Pasaba de mesa en mesa; lo rodeaban los jóvenes, que acabaron por llevárselo al fumadero. Notábanse grandes claros en la concurrencia. Las gentes no parecían las mismas de antes. Había desaparecido la inconsciencia alegre de la vida oceánica.
El padre de Martín fué labrador, un hombre obscuro y poco comunicativo, muerto en una epidemia de viruelas; la madre de Martín tampoco era mujer de carácter; vivió en esa obscuridad psicológica normal entre la gente del campo, y pasó de soltera a casada y de casada a viuda con absoluta inconsciencia. Al morir su marido, quedó con dos hijos Martín y una niña menor, llamada Ignacia.
Tal vez era por inconsciencia, tal vez por un ansia de aturdirse pidiendo al azar las ilusiones del alcohol; pero la bolita de marfil giraba sin descanso en numerosas ruletas, los naipes no cesaban de caer en doble fila sobre las mesas del «treinta y cuarenta», la aglomeración en torno de los tableros verdes iba en aumento.
Estamos a la espera de lo que llega, crédulos y fatuos para aceptar como una fortuna la primera hembra que nos mire, ágiles y prontos para nuevos deseos, olvidando el ayer con la inconsciencia de una profesional...» De nuevo el recuerdo de la carta con los juramentos de Sigfrido volvió a su memoria.
Llevaba más de una semana de dulce embriaguez. Jamás había creído que la vida fuese tan hermosa. Vivía en una dulce inconsciencia. La ciudad no existía para él. Le parecían fantasmas todos los que le rodeaban; su madre y Remedios eran como seres invisibles a cuyas palabras contestaba sin tomarse el trabajo de levantar la cabeza para verlas.
Prosiguió su camino bajo una nube negra que se desgarraba, por donde surgía de tiempo en tiempo la luz de una estrella que se velaba rápidamente porque se había levantado un viento glacial desde que dejara de caer la nieve. Pero Molly seguía caminando adormeciéndose cada vez más a cada paso que daba, oprimiendo al niño contra su seno con la inconsciencia cada vez mayor.
Pero debían concederle la vida á trueque de sus confesiones importantes... Además, había que tener en cuenta la inconsciencia de su carácter... la venganza de que la hacían objeto los enemigos del país... Esperó hasta bien entrada la noche, al lado de Freya, la decisión del tribunal. Su defendida parecía animada por la esperanza.
Los convidados hablaban todos el español. Spadoni podía seguir la conversación con lo que había aprendido en Buenos Aires, Santiago de Chile y otras capitales de la América del Sur cuando seguía dando «recitales» de piano á un empresario que al fin se cansó de explotarle y de luchar con su inconsciencia.
Antes de esa edad corremos el riesgo de dejarnos llevar de impresiones fugaces y transitorias. A los 25 años nuestro espíritu ha logrado ya cierto grado de serenidad y nuestros sentidos una dulce calma que no conturba nuestros juicios. Antes, todo es emoción indisciplinada, torbellino de sensaciones, exaltación sin fundamento, inconsciencia, capricho, delirio.
Palabra del Dia
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