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Actualizado: 24 de julio de 2025


»¡Bien hayan tus campiñas y tus bosques! ¡Allí, con la conciencia del hombre honrado, verás, verás, Silvestre amigo, cuánto placer encuentro! ... sobre todo, cuando piense en el infierno de pasiones que aquí se agitan incesantemente, y cuando, mientras considere que en el mundo «... se están los hombres abrasando en sed insacible del no durable mando, tendido yo á la sombra esté cantado».

La onda disuelve la parte caliza, se lleva, trae, arrastra incesantemente el sílex que convierte en guijarrillos redondos. Tan rudo trabajo hace de esa costa, riquísima por el lado que mira á la tierra, un verdadero desierto marítimo. Pocas, muy pocas plantas marinas se libran de la trituración eterna del guijarrillo magullado una y otra vez.

He aquí la primera y tímida tentativa de la vida que quisiera organizarse. Esas confervas, como se les llama, se encuentran incesantemente en el agua dulce y en la salada cuando está inmóvil, empezando por ellas la doble serie de plantas originarias del mar y de las que adquirieron carta de naturaleza en la tierra cuando ésta emergió.

La muralla natural se inclinaba años y años sobre las olas que batían incesantemente su base, hasta que, perdido el centro de gravedad, una noche de tormenta derrumbábase como la cortina de una ciudadela sitiada, deshaciéndose en bloques, poblando el mar de nuevos escollos, prontamente cubiertos de viscosas vegetaciones, en cuyos enmarañamientos hervían las espumas y chisporroteaban las escamas de los peces.

Sentáronse los dos en el paseo, junto a las ventanas del salón. Había empezado en éste la improvisada fiesta. El piano sonaba incesantemente. Al principio del viaje nadie sabía tocar: el miedo al ridículo, la falta de trato, hacían fingir a todos una absoluta ignorancia musical.

Aquel culto fervoroso de su cuerpo, contribuía no poco a realzar y aumentar sus gracias. Como un artista toca y retoca incesantemente su obra, sin que le parezca jamás bastante acabada, así la joven esposa cuidaba de sus cabellos, de su cutis, de sus dientes, de sus manos, sin cansarse jamás.

Lo que más nos encanta, es el juego de luz que penetra en las profundidades del agua y nos ofrece delicadísimos espectáculos, incesantemente modificados por los rizos y las ondulaciones de la superficie.

En los centros calizos suelen formarse canales, por los cuales los ligeros botes balleneros, son las únicas embarcaciones que sin grave peligro pueden recorrerlos, y esto en algunos sitios, pues en otros, la mar es tan brava, y la costa tan inhospitalaria, que hace de sumo riesgo el aventurarse en aquel laberinto de arrecifes calizos, terminados por masas acantiladas, azotadas incesantemente por mares peligrosas y revueltas.

Pasaban los camareros sosteniendo con ambas manos vasijas de metal, de cuyas bocas surgían golletes de botellas entre pedazos de hielo. Sonaban incesantemente los estampidos del vino espumoso. Muchos se creían en una posición equívoca si no acompañaban su comida con champaña en esta noche de fiesta.

Un hecho enorme, que establece, si bien secundariamente y sólo de perfil, es que lo infinito que se sustenta del mar, los miles de millones de seres que hace y deshace incesantemente, absorben la leche de la vida, la espuma mezclada con sus aguas, quitándoles sus diversas sales que los constituyen á ellos y á sus conchas, etc., etc.

Palabra del Dia

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