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Actualizado: 13 de mayo de 2025
Apartad, Quitad la mano; el color Habéis del rostro perdido. ¿Estáis agraviado? Y ve Mi ofensor, porque me asombre. ¿Quién es? Ignoro su nombre. Señaládmele. Sí haré. Aquí fuera hablaros quiero, Para un negocio importante Que el Rey no ha de estar delante. En la antecámara espero. ¿A dónde, García, vais? A cumplir lo que mandáis, Pues no sois vos mi ofensor. Este es honor, caballero. Muerto soy.
Usted sin duda no ha venido aquí a representar una comedia; usted se declara hija de mi desgraciada hija porque así lo cree, fundada en motivos y circunstancias que ignoro; pero de eso, a admitir que usted tenga razón, hija mía, hay inmensa distancia, y así, señorita, no puedo menos de manifestar a usted con la seriedad que exige el caso, que está usted completamente equivocada».
¿Es el marido de usted? preguntó. Sí. ¿Cree usted que nos ha visto? Lo ignoro. ¡Pero si nos ha visto, es un cobarde! Que les hubiera visto o no, el señor de Maurescamp entró tranquilamente en el castillo por la avenida más larga pero mejor del nuevo parque. Volvió a salir casi inmediatamente y pasó el resto del día inspeccionando sus plantaciones y el corte de sus bosques.
No terminé la frase, pero la adivinó, porque dijo en seguida: No, señor, no: ¡jamás!... Y dirigió al cielo su mirada, ignoro si para tomarlo por testigo o para implorar su protección. En aquel instante se oyó una voz avinagrada: era la de la Vizcondesa. El general tenía frío: las emanaciones del lago le sentaban mal y era necesario partir.
No ignoro yo que mi tío tiene un corazón muy noble, y no necesitaba esta prueba para convencerme de ello; pero por eso mismo no hay razón alguna para que yo pague con ingratitud sus beneficios. Mi tío quedará solo, y cuando esto ocurra no me separaré de su lado mientras él me lo permita. Después, mi destino futuro está en Dios.
Ignoro si allí habia los dos mil millones de reales á que subia la recaudacion; ignoro si en aquellas piras de oro se habian vertido seis mil doscientos cincuenta talegas de onzas; pero si no habia este número, habia tantas, que bastaban para asombrar al cristiano de más espíritu.
Cuando estuvieron sentados en un poyo frente a la Catedral, el escribano de raciones tomó primero la palabra y preguntó: ¿Habéis oído hablar de la arte notoria? Sí; pero ignoro lo que sea.
Porque no estaba seguro de si procedían ustedes de buena fe dijo riéndose con toda franqueza. Me tomaron de sorpresa, y no tenía intención de expandirme prematuramente. ¿Pero nos ha referido usted todo lo que sabe realmente? exclamó Reginaldo. Sí, no sé nada más replicó. En cuanto a lo que hay en el punto que indica el registro, lo ignoro por completo.
Si no hubiera sido por la benevolencia del señor Seton y de usted, yo habría seguido vagando, tal vez, hasta morir en algún camino. ¿Y qué es lo que su papá buscaba? le pregunté. Seguramente, él se lo debió decir. No, nunca me lo dijo. Ignoro la razón que tuvo para andar tres años recorriendo toda Inglaterra. Tenía un fin expreso, no hay duda, que al cabo realizó, pero jamás me reveló lo que era.
?Para que repetire la relacion de mis dolores? seria en vano. Yo los ignoro, tened la bondad de referirmelos. iBien! por cruel que sea para mi esta confesion, hablara mi dolor. Desde mi juventud, mi espiritu no estaba de acuerdo con las almas de los hombres, y no podia mirar la tierra con amor.
Palabra del Dia
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